miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA HISTORIA DEL CASTILLO DE MUR

A veces me pongo a pensar, y recuerdo todo el trascurso de la humanidad, mis antepasados, historias fantásticas…
La guerra reinaba por las tierras Pallaresas. Te estoy hablando de mucho tiempo atrás, cuando nuestros padres, abuelos y tatarabuelos aún no existían. El Castillo de Mur pertenecía entonces al señor Arnau Mir de Tost. Era un conde muy importante en aquel momento. A él le pertenecían distintos castillos de las tierras leridanas.
El castillo de Mur, era la construcción más bien situada y de más valor que tenía aquel noble. Por eso, se encontraba en constantes ataques con el fin de invadirle su preciosa residencia. Arnau defendía como si le fuera la vida a aquel castillo que lo había visto crecer y sólo lo abandonaba si la causa se lo merecía y estaba bien justificada. El castillo no era muy grande, pero poseía una amplia colección decorativa de considerable importancia. Tenía un grupo de criadas y caballeros a la disposición del conde, y no había nunca ningún problema de coordinación a causa del buen ambiente que se respiraba en aquel edificio.
Todo reinaba junto a la paz y la fraternidad hasta que un día, unas nuevas tropas vinieron a atacar al castillo del señor. Este ejército, pero, no era como los otros, sinó que poseía muchos más caballeros y un noble a la cabecilla, ni más ni menos que el señor de Aragón, uno de los más poderosos del reino de España. Arnau no había previsto aquello. Los primeros rayos del sol rompieron el sigilo de la noche. Las tropas aragonesas iban ganando territorio mientras los hombres del castillo luchaban con sudor y sangre, con inútiles esfuerzos que iban a cobrar con su vida.
Durante una de las luchas, Arnau experimentó una nueva sensación en medio de todo aquel mar de lágrimas, una chispa de esperanza, un galope en su corazón. Sintió algo nuevo dentro suyo, algo que le sacaba por algunos momentos del duro corazón de un luchador: el amor. Ella era Valença, la hija del rey de Aragón.
La lucha terminó para entonces, los hombres aragoneses dieron un día de tregua a aquella difícil batalla. Arnau seguía pensando en cómo podía ganar al rey , pero su cabeza cambiaba de sentido para llegar siempre a la misma imagen, Valença, con su piel blanca y su melena negro carbón, con aquellos ojos que reflejaban una mirada pura pero con una expresión de dolor en la cara, él sabía que podría llegar a hacerla feliz.
Valença había sentido lo mismo por el conde aquel día. Al cruzarse sus miradas, había nacido un nuevo fruto entre ellos, había nacido el amor.
Ella era una chica valiente, segura consigo misma y dispuesta a hacer lo que hiciera falta para cumplir sus sueños así que camuflada con el vestido de una criada a la cual había contado su historia, se fue hacia el cuarto de Arnau.
Él le ordenó que le trajera un vaso de vino y al cabo de un segundo tubo tiempo para reconocer quien era. Era ella, la chica de la cual se había enamorado en la última lucha.
Los dos se abrazaron, no había palabras, aquel momento era como la eternidad deseable.
Cuando se despertaron de aquella fantasía, Valença le contó su plan a Arnau.
El truco para que el ejército de Aragón fuera invencible era la inmortalidad del padre de Valença, nada podía matarlo ni siquiera un disparo en el medio del corazón, nada. Sólo ella y su madre conocían su secreto, el punto débil del rey era el meñique, de la mano izquierda, si se los cortabas, el rey moría al instante. Este hecho paranormal era así desde que era pequeño. El niño nació con aquel dedo más desarrollado que los otros, no se sabía el porque y empezaron a ir a médicos para que descubrieran aquel misterio. La única persona que supo ver lo que tenía, fue la bruja del pueblo, Mariana. Le contó que esto era genético y que alguno de sus antepasados habría tenido también aquellos mismos síntomas.
Arnau corrió a reunir a todos sus hombres y convocó otra batalla inmediata, los aragoneses aceptaron. Querían acabar con aquello de una vez por todas.
La batalla empezó. Arnau, con todo el coraje del mundo luchando por el amor a Valença y a su querido castillo, avanzó cortando cabezas hasta llegar al invencible rey. Manejó la espada con unos movimientos ligeros y hábiles y le cortó el dedo. Fue cosa de unos segundos para que se cayera del caballo y perdiera la vida, dejando a su alrededor un ejército perdido, que al verlo abandonar este mundo, giraron galopando lo más rápido que podían. El hermano de Valença la cogió por el brazo. Ella le hizo que no con la cabeza, entonces el futuro rey de Aragón lo supo. Era su hermana quién los había traicionado. Todos los caballeros de Mur empezaron a gritar, bailar y celebrar la victoria.
Mientras tanto Arnau y Valença observaban cada paso que daban los caballos dándose la fuga por la ladera de la montaña hacia Aragón. Sin su rey, sin su poder inmortal, sin un rumbo a seguir.
Ellos dos permanecían abrazados, iluminados por la luz rojiza de la posta del sol, alimentando aquel amor que tantos años les había costado descubrir, aprovechando cada momento que les llevaría a una eternidad juntos.

Venir aquí, ahora que este castillo está en runas, me hace recordar la historia de mi familia. Sí, pertenezco a la familia de los dueños del castillo de Mur, soy hijo de hijos de Arnau y Valença, y me siento orgulloso de esto. Ahora, el castillo, ya no pertenece a nuestra familia, es patrimonio cultural. Pero lo que sí que pertenece a mi familia son los recuerdos y la historias que se esconden entre sus paredes, la sensación que siento cuando estoy delante suyo, el poder de pertenecer a una maravilla como aquella.




Clàudia Bochaca

1 comentario:

Teresa dijo...

Claudia:
Has creado una leyenda medieval con muchos de los elementos que aparecen en este tipo de relatos. A pesar de lo extensa que es, está muy bien ordenada.
Sobre lo que debes mejorar, lo que menos me gusta es el abuso que haces de expresiones tópicas y gastadas del tipo "mar de lágrimas" y muchas otras que, lejos de darle lirismo al texto (como quizas intentabas), lo afean por estar tan usadas.
También tienes usos incorrectos de preposiciones ("se encontraba CON constantes ataques..." en vez de "Se encontraba en constantes...") y un par de catalanismos al final (en vez de "sentido" querías decir "dirección" y en vez de "runas", "ruinas"). En algún momento se te escapa alguna expresión demasiado coloquial como cuando dices que "se respiraba buen ambiente en la casa" o haces un uso incorrecto como utilizar "cabecilla" cuando deberías escribir "a la cabeza" (es decir, delante). Hay otro tipo de error como utilizar "convocar" una guerra cuando debieras decir "declarar" pero es normal que haya errores en un texto bastante extenso.