miércoles, 29 de septiembre de 2010

El silencio de la noche...

El silencio de la noche se rompió con un seco sonido de un disparo, sobrecogida , me pongo de pie de un salto, empiezo a mirar para todos los lados y estoy tan aterrorizada que me quedo congelada como una estatua, no se del cierto que ha sido ese estruendo o no lo quiero saber, pero lo que sí sé es que estaba muy cerca de mi casa.
Cuando recupero todos mis sentidos, caudalosamente, me dirijo hacia la ventana y allí entre la oscuridad de la calle puedo distinguir una silueta negra que avanza lentamente hacia mi ventana, mis temores vuelven tan deprisa como se han ido, cierro corriendo la luz del comedor y es entonces cuando el mismo ruido penetra en el cristal de mi ventana, no se que hacer, cojo el teléfono y llamo a mis padres pero comunica, llamo a la policía pero en ese mismo instante alguien me ha cortado la linea, ese hombre abre mi ventana y entra en la casa, quiero escapar pero es demasiado tarde, él me arrincona en una esquina, quiero chillar para que los vecinos me oigan y vengan hacia mi, pero es como una de esas pesadillas en el que el terror te come la voz y solo me sale un simple gemido.
Lo último que recuerdo es que me dio un fuerte golpe en la cabeza, supongo que fue con la misma arma en con que produjeron esos tiros.
Ahora me encuentro en una habitación húmeda, y oscura, pero un débil rayo de luz me deja mirar mas o menos donde me encuentro, pero estoy completamente desorientada y aturdida, oigo unos pasos muy fuertes por lo que me imagino que será un hombre grande y corpulento, hago ver que todavía estoy inconsciente por el golpe; se queda un instante observándome y después se va.
Conmovida todavía por el chichón de la cabeza me levanto y observo la sala y veo una pequeña ranura, doy una patada, se rompe y me encuentro en el exterior, salto más o menos unos tres metros y mis tobillos no soportan el fuerte golpe del suelo y me quedo unos segundos tumbada, pero me reincorporo rápidamente y empiezo a correr, no se para donde voy pero lo que tengo claro que no me separaré de las multitudes, cuando realmente pienso aliviada que mi pesadilla se ha terminado, un seco sonido de un disparo me toca la nuca y caigo desplomada en el suelo.
Andrea Barbeta Burgos

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