martes, 26 de octubre de 2010

SONARON TODAS LAS ALARMAS DE LA CIUDAD!

Eran las dos de la madrugada, me levanté de repente por culpa de un ruido muy fuerte que venía de la calle. Me levanté y abrí la ventana para poder averiguar lo que estaba pasando. Lo que me había levantado de la cama era la alarma de la tienda de al lado de mi casa, al principio me asusté un poco porque pensé que habían entrado a robar, pero al mirar a través de la ventana pude descubrir que no solamente era esa alarma, sino que estaban sonando todas las alarmas de las tiendas, museos, cines... de todas la calles que mi vista alcanzaba, pero suponía que estaban sonando en toda la ciudad.

La gente empezó a salir a la calle, a los balcones, por las ventanas... para poder averiguar lo que estaba ocurriendo. El problema es que nadie sabía nada, todos estábamos igual y no había ni rastro de la policía ni de ninguna autoridad a quien poder preguntar lo que estaba ocurriendo.

Al cabo de dos horas de sonar continuamente las alarmas cesaron y pude volver a la cama, pero no pude dormirme asta pasadas unas horas, me inquietaba la idea de no saber la razón por la cual todas las alarmas habían empezado a sonar a la vez.
Por la mañana siguiente todos los periódicos hablaban de la misma historia, pero todos decían distintas causas: algunos decían que era a causa de un fallo en el circuito eléctrico, otros daban distintas soluciones, pero ninguno coincidía. Supuse que nadie había podido explicar lo que realmente había sucedido.

Ahora, después de unos cuantos años, la gente de la ciudad cuenta esta historia , pero cada uno la termina como quiere, se ha convertido en una leyenda urbana.


Judith Colom

lunes, 25 de octubre de 2010

Quería dejar de soñar (sonaron todas las alarmas de la ciudad)

Primera alarma; (1:33 de la noche) La historia solo hacía que empezar. La joyería de mi barrio empezó a emitir su típica alarma que cada año oíamos. No era ni mucho menos inusual. Los ladrones de pacotilla intentaban asaltarla, nunca lo conseguían ; obviamente. Solo los pobres ignorantes lo intentaban, pues la joyería tenía más de tres cámaras en cada esquina, un guardia de seguridad y un detector de movimiento. Me levanté de la cama y fui a observar, nada ocurría, no había nadie en la calle. Ni el guardia. Ni ladrones. Me volví a la cama.

Segunda alarma; (2:35 de la noche) Sonó en la tienda de ropa. ¿Me estaba volviendo loco? La alarma de la joyería no paraba y cada vez más fuerte, y no era suficiente que empezó otra, los ladrones se habían puesto de acuerdo? Me levanté de nuevo, fui al balcón y miré hacia la tienda de ropa, nadie había allí. ¿Tenía que llamar a la policía? Hubiera sido bueno opción, pero decidí volver a la cama y ponerme tapones, las alarmas eran muy molestas.

Tercera alarma; (3:40 de la noche) Era una especie de broma surrealista? ¿Era todo un sueño? Me pellizqué y me dolió, no era un sueño.
- ¿Madre lo oyes? ¡Madre! ¿Estáis despiertos? ¿Dónde estáis? ¿Podéis oírme? ¡Qué alguien conteste por favor!
Me dirigí al balcón, nadie se veía.

Todas las alarmas; (3:43 de la noche). No se veía a nadie en el balcón. Yo gritaba y gritaba, pero las alarmas ganaban a mi voz. Era inútil. Bajé las escaleras y salí a la calle. Todo estaba cerrado, ni rastro de ninguna persona o animal.
- ¡Por favor! ¿Dónde estáis? ¿Por qué me hacéis esto?
Me calmé, mi voz interior quería seguir la lógica. Pero no tenía. Nada de eso tenía lógica. ¿Me iba a morir? No, o eso creía; o me gustaba creer. Volví a subir al edificio, allí estaría seguro. Nadie me oiría. ¿Cómo me iban a oír? Las alarmas retumbaban en mi cabeza. Cada vez sonaban más y más fuertes. ¿Qué me pasaba? Encendí el televisor, estaba en negro. Estaba maldito, ese iba a ser mi fin. Estaba muy asustado, cuando oí algo del televisor. No podía oír que era. De golpe las alarmas empezaron a cesar, esa voz tan familiar se oía cada vez más claramente. Aquella voz era de mi madre. Aquella voz me estaba gritando.
- ¿Qué te pasa Max?
Me desperté. Todo había sido un sueño. Gracias a Dios.
- ¡Mamá! ¡Nunca vuelvas a desaparecer!
- ¿Por qué hijo? Mamá siempre estará aquí. Ahora duérmete.
Nunca lo había pasado tan mal. Fue mi peor pesadilla. Estaba muy agotado. No tardé mucho en dormirme.


5:32 de la noche, me desperté. No podía dormir. Me levanté i fui a observar el balcón. Todo tranquilo, demasiado tranquilo. La alarma de la joyería empezó a sonar, no había guardia de seguridad.

SONARON TODAS LAS ALARMAS DEL MUSEO

EL ROBO

El plan estaba hecho, tenía que ser el robo perfecto, cuando apareció ella. Melena morena, ropa arrapada y botas con talón. Cuando la vimos bajar de su moto ya sabíamos que no podíamos empezar. El plan se aplazaba. Era la ladrona más famosa entre los ladrones del país. La policía de tres países la buscaban por robo, pero nunca la habían cogido.
Cuando la vimos bajar de la moto nos preguntamos: ¿cómo ha sabido nuestra intención? Entonces empecé a pensar que tal vez entre nosotros hubiera un espía, cómplice suyo. Se había parado ahí en medio para que la viéramos y tuviéramos que esperar a otra oportunidad. ¡Quién sabe cuándo sería!
Por el auricular avisé a todos del suspenso de la operación. Nos reuniríamos en el almacén. Cada uno por una ruta distinta fuimos hacia allí. Yo era en esos momentos el cabecilla de la organización. No confiaba en nadie, ni en mis hombres y claro estaba que hacía bien. Hablamos sobre Matilde, la ladrona. Nadie se lo explicaba. Alguien tenía que ir a hablar con ella. Ese era yo. Mis hombres me acompañaron con el coche, y me dejaron en el centro de la ciudad. Des de una cabina de teléfonos la llamé. Tenía su número, antes habíamos sido cómplices, hasta que me falló. Me dejó solo. No esperó y no dudó en huir sin mí. Nunca supe nada de ella, ¿se escondía?, hasta esa mañana, cuando bajó de su moto. Me cogió el teléfono y al oír mi voz, noté que tenía miedo. Aunque fue difícil quedé con ella para hablar.
Fue en una habitación de hotel, llamé a la puerta y vino a abrirme. Entonces le miré y… tenía una cicatriz en medio de la cara. Su rostro no era el mismo, pero conservaba aún su belleza. La cicatriz no había afectada a sus facciones casi perfectas. La miré a los ojos y vi que estaba muy asustada. Nunca antes la había visto así. Me pidió perdón, pero no la escuché, estaba llorando. Se arrepentía de verdad, pero no podía perdonarla así como así.
Tenía que ser frío y le pregunté cual era el motivo por el que estaba allí, por el que había fastidiado mis planes. No me contestó y me tuve que ir. No la podía reconocer, tenía mucha rabia en mi interior, yo la había querido mucho y volverla a ver me afectó un poco. ¿Qué le había pasado?
Me reuní con mis hombres, la reunión con Matilde no había servido de mucho. Volvimos a hacer el plan, y esta vez saldría bien. Tenía que robar un cuadro, estaba en la planta baja del museo, trabajo fácil. Tenía 30 segundos para cogerlo. Entré y cuando me sonó la alarma del reloj. Era mi turno, en esa sala no había nadie, todos se pensaban que había un equipo de limpieza. Lo cogí, y me dispuse a salir, pero había un policía viniendo hacia allí, se había dado cuenta. Me iba a pillar, cuando de pronto apareció ella. Estaba detrás de mí. Me volvió a pedir perdón y me dijo que esta vez no me iba a dejar solo, que me iba a ayudar. Que la otra vez, había sido víctima de un chantaje y como yo me escapé le cortaron la cara. Pensé que no teníamos escapatoria, pero ella abrió en el techo una trampilla, siempre me iba a sorprender y salimos por ahí. Pero con la mala suerte de que sin querer pisé uno de los rayos láser que cruzaban la sala. En ese momento sonaron todas las alarmas del museo.

MARTA OLIVA ALBERT

SONARON TODAS LAS ALARMAS DE LA CIUDAD

Sonaron todas las alarmas de la ciudad, hecho normal que sucedía cada mañana en aquel territorio cosmopolita. La diferencia era que aquel día ni eran las 6 ni las 7 de la mañana, sino que era la una de la madrugada. Salí al balcón para ver si había sido un sueño aquello de oír simultáneamente todas las alarmas de Chicago, pero no. Montones de personas habían salido al balcón para comprobar lo mismo que yo. Algún que otro despistado andaba con prisas por la calle pensando que debía ser la hora de ir a trabajar, abuelos yendo a comprar el pan y encontrado el establecimiento cerrado. Aquello era un caos. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Ir al trabajo o quedarme en casa y volver a la cama? Decidí encender el televisor para ver si hablaban de aquel extraño fenómeno sucedido, y efectivamente, al poner la cadena de televisión española el presentador de las noticias que cada mañana miraba con mi café delante, ahora hablaba de un hecho paranormal nunca visto. Todas las alarmas de la ciudad se habían adelantado y habían sonado en plena noche. Esto no había pasado solo en Chicago, sino que había sucedido en todo nuestro planeta. El presentador hablaba de mantener la calma y de no salir de casa hasta que nos dieran una señal. Esto alertó a toda la ciudad y las luces de todas las casas permanecieron abiertas. La gente estaba en guardia. De pronto una luz cegadora iluminó todo el territorio, llevándose consigo todos los habitantes de la Tierra menores de 18 años. Aquel era una plan para deshacerse de la raza humana. Cundió el pánico. La gente se saltó las indicaciones dadas por la televisión y todo el mundo empezó a correr por las calles. Un artefacto nunca visto, un ovni según los expertos, había aterrizado en la ciudad. Lo que querían era exterminar a la raza humana para hacerse con nuestro planeta, la Tierra. Lo que no sabían era que la humanidad estaba preparada para eso y más, y que tenían montones de armas y recursos para deshacerse rápidamente de ellos. Lo único que tuvieron que hacer los científicos con más prestigio de los Estados Unidos, fue lanzar un gas tóxico que mataba a los alienes de Marte. En realidad no sabían de donde venían aquellos seres extraños, pero no tenían más tiempo y tenían que intentarlo. Efectivamente, aquellos profesionales no se equivocaron, y fue soltar el gas de las bombonas donde estaba comprimido y los pocos habitantes de Marte que habían venido a conquistar la Tierra se fueron descomponiendo lentamente hasta quedar en cenizas que luego se lanzarían en un vertedero.


CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

miércoles, 13 de octubre de 2010

Autobiografia de uno mismo: "Aborrezo profesiones"

Hoy día 14 de octubre celebro mi setenta cumpleaños sentado aquí, en mi viejo sillón, el que me ha acompañado durante casi toda la vida, ¿ qué digo? Toda la vida.
Empecé mi carrera como médico, la continué cómo actor y acabé cantante.
Con solo cinco añitos no tenía miedo a la sangre, es más, no me importaba ver sangrar. Bueno, no era un sicópata ni nada parecido, pero me encantaba todo lo relacionado con la salud. Mi gran familia de animales me permitía aprender, cuando uno se hacía daño, mi padre lo curaba y yo aprendía. Poco a poco, fui aumentando mi deseo, cada día me gustaba más. Me fui informando sobre todo a medida que avanzaba mi instituto. Sí, las ganas disminuyeron al ver el 8’9 de selectividad, pero tenía que poner todo mi empeño. Al cabo de dos años de entrar en el instituto descubrí el teatro, me encantaba. Fui aprendiendo, como en todas las ciencias. Me gustaba, pero la medicina predominaba en mí.
Al final de mi larga estancia en el instituto ingresé en la universidad de Medicina, lo conseguí. Fui progresando, la acabé en tan solo 4 años, nada normal. A los diez años era experto, venía gente de todos los lugares para visitarme, pero mi vida no valía la pena. Encontré a viejos amigos en la televisión y sentí una necesidad. La necesidad de actuar. Les llamé, estaban actuando en series nacionales y una amiga mía llegó a Hollywood. Volví a reprender mi antigua carrera y gracias a amistades llegué a lo más alto. Sabía actuar bastante bien, me gustaba y lo adoraba. Hice junto a una vieja amiga Hamlet de Shakespeare, era una de nuestras obras preferida. Ella vivía en Australia, era soltera y al igual que mi, aborreció su carrera de la cual era experta.
A los 32 años aborrecí el teatro, quería complicarlo y le incluí el canto.
Era actor cantante, y muy bueno, llegué a tener mi propio single, y Disco de Oro.
Al cabo del tiempo, volví a ser médico, no por mí, por la gente. Necesitaban de mi saber.
Todo esto os lo cuento hoy, que ya tengo setenta años y creo que todavía soy útil para el mundo.

AUTOBIOGRAFÍA DE UN PERSONAJE FAMOSO

Me llamo Clàudia Bochaca y nací en Barcelona el 1984. Soy de una familia de clase media. La menor de tres hermanos. Mis padres, Rosalia Sabarich Cino i Juan Bochaca Jordán son los dos médicos del hospital de Sant Joan de Deu. La profesión ya les viene de familia. Sus dos hijos mayores: Manuel, que estaba cursando la carrera de periodista y Juana que quería ser policía, se habían rebelado contra mis padres en su insistencia para seguir la tradición familiar y llegar a ser médicos. Papá y mamá, resignados, tenían la intención y la última esperanza de luchar lo más que pudieran para que yo, su hija pequeña, su última hija cursara la imponente carrera de medicina. Nunca me imaginé que mis padres iban a cuestionar mi futur. ¿ y los principios de libertad e independiente elección de carrera que nos habían enseñado en la escuela, dónde estaban? Mis padres me dijeron que no tenía elección, que si quería que me pagaran mis estudios tenía que ser médico, y que si no ya me podía estar buscando la vida; No querían otro pequeño monstruito rebelde en la familia, eso es lo que me dijeron. No podía imaginar aquello. Sólo tengo una vida para vivir, eso es lo que pensé entonces. La gran oportunidad que tenemos de estar aquí y de tener al alcance cualquier sueño que se nos pase por la cabeza. Tenemos que aprovechar cada uno de los segundos que nos regala la vida y usarlos para hacer aquello que de verdad nos satisface; CARPE DIEM pensé entonces. Empecé a compaginar mis estudios con el trabajo en un bar de tarde. Mis ahorros aumentaron. No hice bachillerato. No podía perder más tiempo, mis padres eran demasiado astutos y se hubieron podido pensar cualquier cosa para que su hija hiciera por fin lo que ellos querían. Fueron largas tardes discutiendo. Días enteros que parecían no terminar nunca. Gritos, peleas...A la fin me fui de casa, a vivir con Melanis, una amiga que venía del Pirineo para hacer el bachillerato a la gran ciudad. Tenía un piso y yo le había propuesto alquilarle una habitación. Me instalé y lo primero que hice fue dirigirme al instituto del teatro. Quería matricularme para este nuevo curso. Entré con el reflejo de ilusión en mi cara. Por fin, por fin estaba a punto de lograr aquello que tanto había deseado. Todas mis ilusiones desaparecieron cuando mi conversación con Blenia, la secretaria empezó. Tenía dieciséis, y para que un menor de edad entrase en la escuela, se necesitaba la autorización de sus padres o tutores legales. De no ser así, tendría que esperar hasta los dieciocho para entrar. Salí de aquel edificio con el pánico dibujado en mi cara. Qué haría ahora? Se había acabado todo, no podía esperar dos años. Si mis padres se enteraran de que no estaba estudiando ni haciendo nada de nada, me pondrían en el bachillerato y luego en medicina, viviera o no viviera en su casa.
Las hojas caían de los árboles cómo gritando que ya era otoñó. Pequeñas lágrimas mojaban mis rojizas mejillas. Fue entonces cuando apareció le luz. Una luz pequeña que mi hizo llegar a los grandes focos del escenario. Un hombre desenfadado, simpático, joven y muy guapo se me cruzó por el camino. Se giró y me preguntó el nombre, dijo que era director de cine y que estaba preparando una serie. Con sólo verme me había visto en el papel protagonista de la serie. Jane, una niña atrevida, con sus puntos de rebeldía y un corazón que no le cabía en el pecho. No hicieron falta castings, el papel era mío. Empezamos a ensayar, grabar… Todo aquel mundo era impresionante, yo no tocaba de pies al suelo, no podía creerme aquello. La serie empezó a emitirse un año después, a tV-3. Se llamaba “Res es imposible” Jorge el joven director de la película y yo nos habíamos enamorado a primera vista, y para cuando las serie empezó emitirse, me mudé a su casa que a partir de ahora también sería mía. Fue entonces cuando mis padres, gracias a la gran pantalla volvieron a tener noticias mías. Me los encontré en el plató después de la grabación de un capítulo nuevo. Me pidieron perdón por no haber dejado cumplir mi sueño desde un buen principio, que volviera, que me querían. Pero ahora era tarde, había podido llegar hasta allí sola y ahora no volvería a casa, ya tenía mi propia vida con Jorge y ellos me habían dejado en la calle en un momento difícil. Mi carrera siguió avanzando y al finalizar la serie, me cogieron para una película que se rodaba en Madrid: “sin fronteras” esto supuso la separación de Jorge y yo durante más de un año, pero no afectó nuestro amor. Jorge tenía un nuevo proyecto para dirigir una serie en Hollywood, y yo era su producto, protagonizaría aquella serie junto a Robert Pattinson. Ahora estoy viviendo en Hollywood, el rodaje de la película está yendo de maravilla pero no puedo contaros más…Esperó que deis una visita al cine cuando se estrene “noches de papel”. No os la podéis perder!

Clàudia Bochaca Sabarich

AUTOBIOGRAFIA DE UN FAMOSO

MARTINA MOLLY

Soy Martina y nací el 9 de julio de 1988 en Barcelona, Cataluña.
Mis padres son: Henry Molly y Elvira Lins. También tengo un hermana, un año y medio menor que yo, que se llama Lina.
Soy cantante y actriz.
Con diez años empecé a escribir cancioncillas y a participar en pequeños concursos, de karaoke y en algunas ferias de mi ciudad, Poblesa. Hasta que, un poco más mayor, en un concurso televisivo, el cual no gané, un productor me vio y me propuso un contrato con una discográfica. Desde entonces grabo mis discos ahí. He lanzado ya, 3 álbumes que han tenido mucho éxito. En los dos primeros, canto en catalán, la lengua que hablo más frecuentemente y la que considero mi lengua y en el último en inglés, la lengua de mi padre.
Él, es de Estados Unidos y conoció a mi madre en un viaje de trabajo, es policía y hacía un viaje para conocer los métodos policíacos de aquí. Y en ese viaje encontró a mi madre por casualidad, en una fiesta y se enamoraron. Él se mudo a vivir aquí y se instalaron en Poblesa. Mi padre dejó a su familia allí pero vamos cada verano a verles. Cuando voy allí les regalo mis discos a mis abuelos y a mis tíos. Aunque la ultima vez, cundo les quise regalar el último ya lo tenían. Mi discográfica los distribuye por todo el mundo.
Yo creo que mi madre es la persona que más me apoya y la que siempre me sigue donde voy. De su familia solo puedo decir cosas de mi abuela y de mis tíos. Mi abuelo murió cuando yo tenía dos años y mi hermana acababa de nacer, así que no me acuerdo de él. Al morir él, mi abuela vino a vivir con nosotros, y su casa se la dio al hermano de mi madre, Pedro, que acababa de casarse. Su casa no está muy lejos de la nuestra. Al vivir con nosotros mi abuela ha sido como una segunda madre. Por las noches antes de irnos a dormir siempre nos contaba cuentos y cuando la ayudábamos can las tareas de la casa siempre inventábamos canciones y ella nos las cantaba para hacer el trabajo menos pesado. De ella he sacado mi pasión por la música, cuando la escuchaba pensaba que cuando fuera mayor quería cantar como ella.
Ahora está ya más mayor y yo ya no vivo con ellos, pero siempre que llamo y hablo con ella, le cuento lo que estoy haciendo y ella me aconseja. Aunque no viva con ellos, les veo casi cada día.
Yo me he comprado una casa, a las afueras de Poblesa, para estar más tranquila. La prensa siempre me molesta y siempre saca fotos y explican cosas de mi vida. Siempre sacan cotilleos sobre supuestos novios y sobre tonterías de esas. A parte de esto mi casa es muy tranquila y hago una vida bastante normal.
Mi hermana es la única que no vive en el pueblo, pero viene a menudo. Ella es abogada, y su trabajo la obliga a vivir en Barcelona, donde vive con su marido. Se casó el año pasado. Ella es mi abogada particular, si tengo algún problema siempre la llamo y me lo soluciona.

Ahora estoy trabajando por una cadena de televisión que me ha propuesto el papel protagonista de una serie semanal. Había hecho de actriz, cuando era niña en la escuela, pero nunca pensé que lo volvería a hacer, hasta que me lo propusieron y creí que era un buen momento para hacerlo y me lo tomé como un reto. Creo que lo puedo hacer y qué puedo hacerlo bien.


MARTA OLIVA ALBERT

lunes, 4 de octubre de 2010

DESCRIPCION APARTIR DE UNA FOTOGRAFIA

El castillo que fuimos a visitar la semana pasada era un castillo medieval, uno de los más antiguos de Cataluña. Se trataba de un castillo defensivo, por eso estaba en lo alto de una montaña para poder ver a los enemigos acercarse cuando aún estaban lejos y poder estar preparados para contraatacar.
El castillo actualmente está en ruinas, tal i como lo dejaron sus últimos dueños al morir, los reyes de esa región.
No era un castillo muy grande estaba especializado básicamente en la defensa.
Tenía una torre del homenaje muy grande, donde residía al señor. Actualmente esa torre está completamente en ruinas y solamente se puede ver una pequeña parte de ella. Estaba en el sitio más seguro de todo el castillo, para que si los enemigos conseguían saltarse todas las defensas esa fuese el último refugio.
Se accedía al castillo por el patio de armas, estaba en el centro del castillo, comunicaba con todas las otras estancias, como la armería o la capilla, e incluso a un pasillo secreto que comunicaba con una pequeña iglesia que estaba a dos quilómetros de distancia del castillo, para que los señores pudiesen escapar del castillo en caso de asalto.
Al ser un castillo defensivo tenía muy pocas oberturas, y las pocas que tenía eran muy pequeñas, para evitar posibles ataques. Porqué una obertura muy grande podía ser un punto débil donde poder atacar.
Había una pequeña muralla a su alrededor, pero actualmente está casi completamente en ruinas.
Todo el castillo había estado construido con piedras de esa misma montaña, en esa época no se podían traer materiales desde muy lejos.
Actualmente hay una organización que está recogiendo dinero para poder restaurar lo más rápido posible ese castillo y evitar que se pierdan recuerdos de nuestro pasado.


Judith Colom