lunes, 28 de marzo de 2011

REDACCIÓN CON ADJETIVOS

Una tarde de invierno, estaba sentado en el bar de la esquina. Era un bar de barrio, yo vivía encima. Lo llevaba una familia de toda la vida. La abuela era la cocinera, era la que hacía las tapas y los bocadillos. Su marido era el que estaba en la barra. Su hijo era el camarero estrella, junto a su mujer. Era una familia muy simpática y agradable. Trataban muy bien a los clientes.

Cuando mirabas el bar desde la acera de enfrente parecía un antro oscuro, pero en realidad estaba lleno de vida. Desde fuera, el toldo estaba ya muy viejecito, la tela estaba rota. La puerta era de las de antes, gruesa, de madera con hierro por fuera. Había una pequeña terraza, en verano estaba llena siempre. Pero al entrar estabas como en casa. Las mesas no eran muy grandes, estaban bien repartidas por la sala y eran antiguas. Era una sala muy grande. La barra estaba a la derecha de la puerta. Era muy acogedor.

Muchas tardes bajaba a tomar una copita. Era un cliente habitual. Mis padres eran amigos de la familia del bar y eran como una segunda familia.

Esa tarde estaba sentado en la barra, cuando de pronto entró ella. Era una chica de pelo castaño, ojos verdes y una sonrisa casi perfecta. Entró con otra chica, que supuse que era su amiga. Me la quedé mirando un bueno rato. Era alta, se la veía sana y feliz. Mi amigo, el del bar, me tuvo que dar una colleja para despertarme de ese sueño que era perfecto. Él conocía a la chica. Y no solo la conocía, era su prima del pueblo. No me lo podía creer. Se sentó un rato a hablar con las chicas. Y entonces se giró y me gritó que fuera. Por un momento no supe reaccionar, pero al final mis piernas fueron y me senté a su lado. De cerca era más bella aún. El contorno de su cara era perfecto. Y era muy simpática (debía venir de familia), a la vez era muy dulce. Su voz era como la de una niña. Se ve, que se había mudado a vivir a la ciudad. Justo al lado de mi casa. Cuando nos despedimos, me dio dos besos, sus labios eran suaves y cálidos.

Cada tarde que bajaba al bar, ella también estaba y nos hicimos buenos amigos.

MARTA OLIVA ALBERT

DESCRIPCIÓN DE LA VIDA DE UN PERSONAJE

No me consideraba una persona con suerte, pero tampoco podía quejarme. Mi vida tenía todo aquello que necesita una vida para ser mínimamente decente, pero solo era eso, decente. En mi casa siempre me habían educado con el fin de ser una persona conformista delante las injusticias de la vida. Amable, una sonrisa y un decir que sí con la cabeza siempre son un buen recurso para demostrar que eres educado. Desde pequeña me pasaba las tardes haciendo costura con mi abuela, así que me considero una persona amable porque soportar las quejas de la abuela Conchita cada atardecer no era muy divertido. Pero a caso alguien me había preguntado si me gustaba hacerlo? No, lo hacía simplemente porque sabía que era mi obligación. Mi carácter débil i domable hacía de mí lo que quisiera la persona que me tuviera delante. Supongo que las cosas han cambiado. Uno cuando se va de casa se tiene que espabilar con lo que tiene y se vuelve más abierto, responsable… Hasta que llegó aquel hombre alto y valiente que me robó el corazón en las fiestas del pueblo. Mateo sería pocos años después mi marido, el hombre que volvió a quitarme aquella seguridad y aquella libertad. Me volvía a convertir en una mujer sumisa como las demás, con una vida con todo aquello que uno necesita para vivir pero sin la vitalidad y las ganas de una joven libre, con un futuro para escribir. Los años pasaban y yo me mantenía en mi monotonía de siempre, sin quejarme pero sin sonreír apenas que viniera mi nieta, Blanca. Aquella niñita me volvía la alegría, los recuerdos de una juventud sin preocupaciones. Mateo me dejó, había llegado su hora. Vestí de negro el tiempo que tocaba pero no estuve triste por su pérdida. Sólo había querido a Mateo la noche de mi baile de princesa, todo lo otro había sido callar y soportar, ir haciendo día tras día. Supongo que entonces ya podía volver a dibujar mi propio futuro, pero ya no me veía con fuerzas. El río de Mateo había llegado a su fin, pero mis aguas ya no bajaban con las ganas que lo habían hecho tiempo atrás, así que dejé que el tiempo hiciera su trabajo y me fui al cielo despidiendo aquella vida que no sabría describir de muchas maneras ya que solo fue eso, mi vida.


CLÀUDIA BOCHACA SABARICH

VUESTRO ADJETIVO PREFERIDO

jueves, 3 de marzo de 2011

TERE! En la página que nos dijiste que teníamos que mirar para hacer el trabajo, en el apartado de LENGUA, pone que tenemos que mirar y clicar en donde pone RECURSOS, pero es que cuando clico no se abre el enlace. ¿Qué hago?

MARTA