lunes, 24 de noviembre de 2008

La habitación de Van Gogh


Voy a describir este cuadro porque es muy famoso en el mundo del arte. Es un cuadro de Van Gogh llamado La habitación de Van Gogh. Es cuadro que da una sensación de volumen y de profundidad. También le da un toque más de dimensiones con el sombreado final del suelo. Se puede apreciar que no es un cuadro con una concordancia entre las medidas de los objetos como por ejemplo, la silla que se encuentra en el fondo no llega a la altura de la cama. Encontramos también que la habitación está ordenada y con muchos retratos en que el pintor las trabajo mucho y se pueden apreciar muy bien el género del retratado, y estos podrían tener algún significado para el propietario.
Este cuadro, lo llevo a cabo en octubre de 1888, el cuadro fue llamado, como he dicho antes, La habitación de Van Gogh, el cual lo podemos encontrar ahora en el museo Rijks Vicent Van Gogh en Ámsterdam.


Pol Rocamora.

domingo, 23 de noviembre de 2008

El seco disparo de una arma rompió el silencio de la noche

Eran ya cerca de las diez de la noche, como cada día Roger al terminar su entrenamiento regresaba para casa por las oscuras y estrechas calles de Southampton. Roger era un chico de quince años que vivía con su hermana de diecisiete años y su hermano pequeño de diez en una humilde casa a las afueras de la ciudad en un barrio un poco peligroso.
Roger no tenía padres, murieron en un accidente cuando tenía unos 7 años desde entonces Anna, la hermana grande, cuida de la familia. Roger y David van a la escuela cada mañana mientras Anna sirve en un bar para así poder mantener a sus hermanos.
Roger y David juegan a fútbol, su padre fue futbolista profesional y transmitió su pasión por el fútbol a sus hijos, Roger tenía varias ofertas de equipos interesantes pero primero quería ocuparse de su hermano unos dos años más y después irse para cumplir su sueño.
Era viernes catorce de diciembre, los dos hermanos volvían de entrenar no se veía nadie por la calle y solo se oía el ruido de los pies cuando tocaban el suelo.
Cruzaron la calle y se metieron en un callejón muy oscuro, estaban en completo silencio pero de repente se sintió un seco disparo, la bala impacto en el centro del corazón de David, el pequeño murió al acto, nunca se supo quien cometió el crimen.







Roger Sánchez

Diario de un Viaje

Entré en esa fantástica lista de 23 jugadores para ir a Japón, se jugaba el mundial sub- 15, el día 12 de Julio partimos del aeropuerto de Barajas hacia Toquio para jugar la frase preliminar de grupos.
Al llegar todo fue un desastre, todos perdimos las maletas, por suerte el equipaje venía en otro avión.
Fuimos para el hotel, estábamos muy cansados, el viaje había sido muy duro y tocaba descansar. Nos Pusimos a dormir hasta la hora de la cena, por suerte en el hotel nos cocinaban lo que nosotros queríamos porque para una competición tan dura necesitábamos una dieta equilibrada como la que hacemos normalmente.
Cenamos y nos fuimos a la cama.
Al día siguiente nos levantamos a las ocho de la mañana, desayunamos y nos fuimos para el complejo deportivo, debutábamos ante el anfitrión, Japón.
Llegamos al cabo de un cuarto de hora con el autobús, nos pusimos los uniformes y salimos a calentar.
El entrenador dio el once titular, yo no me encontraba en él así que tuve que esperar, el partido comenzó mal, encajamos un gol y el juego era bastante trabado, cosa que no nos interesaba nada. Llegó la media parte, el entrenador me saco al campo, jugaba en mi posición, de enganche por detrás de los delanteros, el primer balón que toqué se convirtió en un pase de gol, todo cambió i empezamos a tocar el balón, más tarde provoqué una falta y yo mismo la transformé, ganamos el partido y todo el mundo me felicitó.
Después volvimos al hotel, comimos y fuimos hacia el campo de entrenamiento, sesión suave de recuperación, más tarde charrada técnica de esas tan aburridas una cena y a dormir, era un agotamiento.
Nos levantamos a las nueve, el partido era a las nueve de la noche, una hora bastante mala, ninguno de nosotros no estaba acostumbrado a ese horario.
Comimos, dimos una vuelta por la ciudad y fuimos para el campo, nuestro rival era Camerún, los catalanes teníamos mucho miedo, ya sabíamos lo que era jugar contra ellos…
Comenzó el partido, empezamos dormidos y tenían un equipo con una media de metro 85 y unos 75 kilos mientras nosotros no pasábamos de los 65.
A los diez minutos ya perdíamos por 3-0, era un desastre pero el entrenador confió en nosotros y no nos cambió.
Todo cambió, nos fuimos 3-2 al descanso con un gol mío, el entrenador solo nos dijo una cosa, en el fútbol no gana quien tiene más físico sino quien mete más goles.
Salimos convencidos y les dimos una lección de fútbol, terminamos 3-7 me lo pasé en grande.
Ya estábamos en cuartos de final, era peligroso porque seguramente nos tocaba la selección de Brasil, pero nosotros estábamos convencidos de ganarles.
Llegó el miércoles, después de preparar mucho el partido podían ocurrir dos cosas, mandar todo el trabajo al traste o conseguir el pase a semis.
Empezamos el partido dominando, anulamos completamente a los brasileños pero no teníamos ocasiones, hasta que vi el portero adelantado, le coloqué eñ balón por encima y entró, fue un golazo y ganábamos 1-0, nos fuimos al descanso.
Salimos convencidos de ganar a los brasileños, el partido era malo, llegamos al minuto 88 con ventaja en el marcador, un brasileño dejó 3 defensas nuestros sentados y cuando iba a entrar al área se dejó caer y el colegiado señaló falta, yo no creo en Dios pero he de reconocer que en aquella situación recé, el número 10 disparó fatal al centro de la portería, el portero resbaló se le escapo el balón y se metió dentro de la portería…
Brasil había empatado, mis compañeros criticaron duramente al guardameta que estaba llorando desconsolado, yo lo consolé, era la peor situación para una persona como él…
Llegamos a la tanda de penaltis muy tristes, todo el trabajo hecho no sirvió para nada, empezó la tanda, todo el mundo marcaba, hasta que Gerard la lanzó al palo, si marcaba Brasil ganaba, pero Samu la paró y recuperó la confianza, era mi turno, volví a rezar y me funcionó, lancé el penalti tal i como me había enseñado con 7 años el entrenador de mi pueblo y lo metí a dentro, estallé de alegría. Luego lanzaron ellos, marcaron, le tocaba a mi mejor amigo de esa selección, la tiró a las nubes…
Fue el peor día de mi vida, habíamos quedado eliminados, todo eran llantos, el entrenador nos dijo una cosa:
La verdad es que hemos sido mejores, pero en este deporte no siempre gana el mejor, hay que trabajar duro y un día seréis los mejores del mundo.
Esas palabras me ayudaron, volvimos a España tras 12 horas de avión, nos despedimos, fue la mejor experiencia de mi vida, espero volverla a vivir.





Roger Sánchez

Autobiografía de un Don Nadie

Yo Robson do Nascimiento nací en Porto Alegre el año 1984 en una humilde casa a las afueras de la ciudad. En mi primer año vivía con mis padres y mis dos hermanos, mi hermana tres años mayor que yo, llamada Patricia y mi hermano 10 años mayor, llamado Roberto.
Mi padre trabajaba de paleta y mi madre limpiaba en algunos locales, cuando no trabajaba cuidaba de nosotros. En mi primer aniversario recibí como regalo un balón, desde ese día cada tarde jugaba con mi hermano que ya era muy bueno a sus 11 años y destacaba en las categorías inferiores del Gremio Porto Alegre.
A mis 3 años mi padre murió, fue muy triste, mi padre era la persona que más quería en el mundo, entonces mi madre trabajaba muchísimo para traer un buen sueldo a final de mes y podernos alimentar de manera correcta.
Al cumplir los seis años empecé a jugar a fútbol 5 con el equipo de mi barrio, más tarde fiché por el equipo de mi hermano, el Gremio, allí jugaba a fútbol 11. Mi hermano fue convocado por la selección brasileña sub 16, en su primer partido se rompió los ligamientos de su pierna izquierda y tuvo que dejar el fútbol. A mis 17 años me subieron al primer equipo del Gremio, entonces el Paris Saint Germain se fijó en mi y me fui a jugar a Europa, dejé mi familia en Porto Alegre.
Más tarde mi hermano Roberto pasó a ser mi representante.
En 2007 fiché por el F.C Barcelona y me convertí en el balón de oro al ganar una copa de Europa y 2 ligas.
Ahora me encuentro en las filas del Ac Milán en la liga italiana.












Roger Sánchez

viernes, 21 de noviembre de 2008

Termas romanas

Información y visita virtual de las termas romanas

http://www.xtec.net/~sgiralt/labyrinthus/flash/termes/termes0.html

http://sunnymolina.wordpress.com/2007/11/16/las-termas-romanas/

jueves, 20 de noviembre de 2008

La casa romana

Bienvenidos a la casa romana
Realizad esta webquest. Junto con los enlaces que os proporcionan ellos podéis aprovechar las películas que tenéis a continuación.



Aquí tenéis dos presentaciones. La primera amplia la información de vuestro libro sobre la casa romana mientras, la segunda os muestra un modelo de domus y también vilas rústicas y urbanas. Miradlas en el orden en que aparecen y a continuación haced los ejercicios que os proponen en las páginas que os aparecen al final de esta entrada.

http://www.iesfuente.org/departamentos/latin/presentaciones/cultura/casa.pps




A continuación intenta reconocer las diferentes estancias donde está este "dominus" romano.

http://www.isftic.mepsyd.es/w3/eos/MaterialesEducativos/mem2000/iter/itv1ar16.html

En esta ocasión debes identificar las partes de la casa romana

http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/cclasica/esc336ac07.htm

Poemas para memorizar, poemas para recordar


Tal como os prometí aquí os cuelgo un enlace a un magnífico blog en el que podréis leer (y escuchar en muchos casos) los poemas que podéis memorizar. Debéis buscar en la columna de la izquierda de la página donde os aparecen los diferentes autores en orden alfabético el o los poemas que os interesen. Al picar encima os aparecerá el poema en el centro de la página y, en muchos casos, al final del poema tendréis un enlace para escucharlo

http://antologiapoeticamultimedia.blogspot.com/

Aquí tenéis la lista (recordad que según la extensión tendréis diferente nota)

  • Alma ausente - Federico García Lorca
  • Romance del conde Arnaldos - Anónimo
  • Poema 20 - Pablo Neruda
  • Libre te quiero - Agustín García Calvo
  • El alma tenía - Pedro Salinas
  • Me gustas cuando callas ( Poema 15) Pablo Neruda
  • Para la libertad - Miguel Hernández

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Paris, la ciudad del amor, la ciudad de la moda, la ciudad de las luces...
Esto pasó en Paris hace un par de años cuando yo todavía estudiaba cocina ahí.
Era época de lluvias allí y un día cuando me levanté a las diez para poder asearme a tiempo antes de ir al restaurante La Torre Eiffel, Paris no era como todos los demás días, la ciudad estaba demasiado tranquila comparado con los otros días. En el primer instante pensé que serian imaginaciones mías porque estaba nerviosa para ver si los canapés me saldrían bien. Como ya nos dijo Ms. Chifflet ese día tendríamos que trabajar como nunca lo habíamos hecho ya que teníamos que alimentar un banquete de mas de dos cientas personas.
Crucé la calle principal, ya podía ver el restaurante tan sofisticado y tan elegante cuando de repente oí y a la misma vez noté un golpe fuerte, seguido de una alarma de un coche que empezó a sonar, ese ruido retumbaba en mi cabeza una y otra vez, una y otra vez, parecía que estaban sonando todas las alamas de la ciudad en este mismo instante.
Miré a mí alrededor y vi que toda la gente que caminaba para llegar al trabajo a tiempo empezaba a correr hacia el coche, yo también quería correr pero había algo que me impedía correr.
Unos minutos más tarde empezaron a llegar ambulancias, bomberos, policías, guardas municipales...
Todos ellos con la sirena y con las luces a toda prisa.
Mi cabeza ya no aguantaba más era como una pesadilla, todo el ruido parecía ser más raro que lo normal, noté como si no notara mi cuerpo, ¿Qué me estaba pasando? De repente vi que un hombre de unos treinta-y-cinco años me decía si estaba bien, venía con una mascarilla y me la puso. No entendía nada. Noté que mis ojos se iban cerrando poco a poco.
Al cabo de unos día me desperté en un hospital con un dolor de cabeza insoportable, dónde allí me comunicaron que había sido atropellada por un coche conducido por un hombre que iba borracho. Me explicaron que me di un fuerte golpe en la cabeza. Yo estaba nerviosa quería levantarme y marchar de aquel horror, pero vino otra cosa mucho más peor, ¡no sentía las piernas!
Me quedé inválida.
Ahora paseo por las calles de Madrid en una silla de ruedas, todo el día.
Y por las noches cuando estoy estirada en mi cama, oigo la alama del coche, aquel ruido insoportable que en su día, parecía ser que sonaban todas las alarmas de la ciudad, aquella ciudad que como dicen, la ciudad del amor y la ciudad de las luces, pero para mí, la ciudad del horror.
Mariona Campoy :)
SONARON LAS ALARMAS DE LA CIUDAD

Eran más o menos finales del siglo XIX, la vida era muy dura, la gente tenía que trabajar muchísimo a cambio de un salario muy bajo a final de mes, incluso los niños tenían que trabajar. Era una población francesa del este de Francia, no muy lejos de París. Había unos 300 habitantes en la población, la mayoría de familias trabajaban en la mina unas 12 horas al día a parte en el pueblo había una posada y alguna tienda de comida.
Un día llegó al pueblo un joven de París que lo habían despedido de su antiguo trabajo, consiguió trabajo como minero cobrando 30 céntimos al día.
El joven se hospedó en la posada durante unos días y más tarde su amigo y compañero de trabajo Gerard le ofreció sitio en su casa y aceptó.
Gerard vivía con su mujer y sus 6 hijos, cinco trabajan en la mina, la pequeña no porque acaba de nacer y su madre está al cuidado de ella.
Un día normal como otro todos los trabajadores se dirigieron a la mina dispuestos a hacer su trabajo como cada día y se encontraron una nueva y reluciente máquina de vapor que dejaba sin trabajo a unas 50 personas aproximadamente, mucha gente quedó sin trabajo y volvieron para casa muy mosqueados, los otros se quedaron preocupados por sus compañeros pero hicieron la jornada al completo como cada día.
Al fin de la jornada el joven pero emprendedor chico de París convocó una reunión en la posada a las siete, acudió la mayoría del proletariado.
El joven se mostró contundente y dijo que había que destruir la máquina para que los obreros recuperasen su trabajo, todos estuvieron de acuerdo, la verdad es que eran ignorantes, la mayoría no sabían ni leer.
A altas horas de la noche se reunieron todos en el bosque y unos 170 habitantes destruyeron la máquina, pero uno tuvo un descuido y se dejó una colilla de cigarro encendida que provocó una gran explosión en la fábrica, sonaron todas las alarmas de la ciudad, la gente estaba desesperada y toda la población quedó sin faena, cada día morían y morían más niños. Roger Sánchez

martes, 18 de noviembre de 2008

sonaron todas las alarmas de la ciudad

Ángela no tenía más sueño. La pasada noche había sido una noche joven y larga, pero como todas las noches llega un punto en que mueren, y fue en ese punto en el que Ángela regresó a casa, se quitó el maquillaje que llevaba encima de la cara y del pecho con una toallita mojada, se quitó toda esa ropa incómoda con olor a tabaco y con la música aún retumbando dentro de su cabeza se metió dentro de la cama.
Ahora le dolía la cabeza. Ángela sabía muy bien que hacer en esos casos. Se llenó un vaso con agua y se tomó una de esas pastillas rosas que usaba cuando le venía la regla.
Ahora el reloj marcaba las 2. -¡Qué rápido pasa el tiempo durmiendo!- se lamentó. El hambre no le llamaba aún, así que abrió el ordenador y se conectó a Internet, gesto muy habitual en ella. Desde que su madre había muerto en ese accidente y ella se había ido a vivir en un piso lejos de su ciudad y de sus amigos, Internet se había convertido en algo indispensable para ella, la única manera de poder hablar con los suyos, el móvil era demasiado caro, suficiente con el alquiler. A su padre nunca le hizo gracia la idea de que su hija quisiera dejar los estudios, siempre había fanfarroneado de la capacidad de su hija delante de todo el mundo, y ahora que no había sido capaz de pasar el primer curso de arquitectura en la universidad y después de esa noche en que su hija le dijo que quería ir a vivir sola, su padre se había vuelto un ser vergonzoso e insociable y ya no era el chulo del que todos tenían celos.
Ese día no se presentaba muy bien. Después de una noche de fiesta como la pasada Ángela no estaba en plena forma, se le notaba en los ojos, en las ojeras, en la voz. Pero ir al bar era su obligación. Como cada domingo a las 4, Ángela iba a trabajar para poder pagarse el alquiler. Recogía las mesas y limpiaba los suelos y el lavabo. Servía copas y preparaba cafés. Esa faena le gustaba. Desde pequeña que siempre le había gustado jugar a los restaurantes con sus padres, ayudar en la cocina o lavar los platos junto a su madre.
El turno, eso sí, era agotador. No había ni un momento en el que no hubiera nadie a quien servir. Continuamente estaban entrando y saliendo gente del “Rock Café”, y a veces no eran muy simpáticos que digamos. La máquina de los cafés ardía, la gente hablaba casi chillando, el típico fumador tragaba cigarro detrás otro y los viciados se dejaban el dinero en esa máquina que nunca devolvía un mísero euro. Los camareros corrían de una mesa a otra, y los de la barra no paraban de mover los brazos advirtiendo a la gente que se calmara. Sin saber porqué, ése día estábamos todos muy nerviosos.
Entonces Ángela recordó esa frase que siempre le repetía su madre: “cuando la gente estamos nerviosos, al igual que los animales, es porque percibimos que algo malo va a suceder.” De pronto un sonido estridente. El ruido del bar cesó de repente, y al cabo de tres segundos otra vez gritos, voces de alarma, gente corriendo de un lado a otro, madres tapando los oídos a sus pequeños… Sí, las alarmas de la ciudad estaban sonando. No sonaban desde 1936, cuando se anunció la guerra civil española. La gente estaba alarmada, no sabían que estaba pasando ni qué hacer.
Ángela se quitó el uniforme cutre y pidió silencio ya que era imposible hacer algo con el caos que había allí dentro. De pronto dos agentes de policía entraron ágilmente en el bar. – Cálmense señores, vamos a explicárselo todo. Se trata de un fuego que se ha detectado cerca de nuestra ciudad. El viento sopla tan fuerte que los bomberos no pueden controlarlo y cada vez está abrasando más hectáreas. Los helicópteros no pueden volar con éste viento. Aconsejamos a todos que abandonéis la ciudad antes de las 8, seguramente a ésa hora no quede ya nada aquí.- Ángela se quedó helada. Todos se quedaron helados.
Minutos más tardes las calles estaban a arrebozar. Gente entrando en los pisos, gente saliendo con maletas, coches aparcados en doble fila, padres de familia metiendo los equipajes al maletero, madres buscando a sus hijos entre la multitud, familias intentando organizarse… y Ángela, más sola que la una, sin poder preocuparse de nada porque nada es lo que tenía en aquella ciudad, se dio cuenta de que su vida era pobre y mísera, que ésa ambición por el dinero que la había alejado de los suyos no lo era todo, que teniendo gente a su lado que la quisiese ya era feliz. Ángela se dio cuenta de que echaba de menos a su familia.
Ángela, sin malgastar ni un minuto más, fue corriendo hacia su piso para coger sus pocos objetos que guardaba en el rupestre armario y marcharse con ellos en busca de la felicidad, al lado de su padre.
Cuando lo tuvo todo bien empaquetado, ya eran las 7 y media. – ¡Qué rápido pasa el tiempo cuando estas ocupado!-se lamentó. Rápido y sin descanso Ángela salió a la calle y empezó a bajar cuestas y callejones, acercándose a los autobuses que habían puesto para abandonar la ciudad. Por la plaza central, alguien obligó a Ángela a frenar. Era Huisquil, el famoso borracho sin techo. Lo llamaban así porque lo único que tenía para comer y para beber era wisky. Ángela lo miró con asco, luego se arrepintió. Él había sido el único hombre que le había tratado bien, el único al que había explicado sus penas y sus glorias en esa ciudad, su único amigo, el único que le había ayudado, y ahora era él el que necesitaba su ayuda. Huisquil solo quería que Ángela le hiciese compañía los últimos cinco minutos mientras el pobre hombre veía como la gente se iba de la ciudad, y él, como no tenía donde ir, se quedaba allí. A Ángela le pareció que tenia suficiente tiempo, por lo menos cinco minutos para pasarlos con aquel hombre que se sentía tan solo, así que se sentó a su lado y juntos observaron los alrededores, esa ciudad tan bonita que tantas oportunidades había dado a tanta gente, que a tantas parejas había enamorado, que a tantos… Las gotas de sudor chorreaban por su frente. Abrió los ojos y solo vio una enorme llama. Sacó el móvil del bolsillo, marcó un número y pronunció: “papá, voy a ver a mamá, no olvides que te quiero. Ya le diré que tú también la quieres.”
Ése fue el último mensaje que Ángela pudo mandar a su padre. Él nunca lo llegó a oír, pues el teléfono estaba apagado.
Ángela murió a los pocos instantes abrasada por el fuego, y la encontraron con una enorme expresión de sufrimiento.

Nota: Por favor, todos los que podáis no desaprovechéis nunca la oportunidad de decir y demostrar a los vuestros lo mucho que los queréis. Puede que llegue un día en el que sea demasiado tarde para hacerlo. Carpe diem quam minimum credula postero.

LAS ALARMAS DE LONDRES

TODAS LAS ALARMAS DE LONDRES SONARON A LA VEZ

Todas las alarmas de la ciudad sonaron a la vez. Sólo podía significar una cosa: otro bombardeo alemán. Era 19 de Mayo de 1943. Los alemanes bombardeaban casi cada mes la ciudad donde vivíamos, Londres. El pánico se apoderaba de la ciudad cuando las luces rojas que había por todas partes empezaban a emitir unos fuertes sonidos. La gente cogía sus cosas de valor y corría desesperada con todos sus familiares hacia el refugio antiaéreo más cercano.
Algunos hombres por obligación tenían que ir a las ametralladoras o baterías para abatir los aviones bombarderos germanos. Este era mi caso. Mi misión era llegar a la ametralladora situada al lado del río Támesis y ponerme a inutilizar avionetas. Ir hasta allí era un largo y difícil camino ya que había una tormenta de explosiones por toda la capital de Inglaterra. Mientras estaba corriendo para llegar lo más pronto posible, veía como la gente gritaba y huía de las bombas y como los bomberos sacaban la gente de edificios en llamas.
Me quedaban unos pocos metros para llegar a mi destino cuando un explosivo colisionó contra una casa justo delante mío. Se levantó gran cantidad de polvo y varios trozos de hormigón me golpearon. Finalmente me caí y estuve unos minutos en el suelo. Luego me arrastré como pude hacia la ametralladora. Intenté levantarme con todas mis fuerzas y empecé a disparar el artilugio contra el negro cielo trasmitiendo mi rabia con las balas.

ENRIC GUIMÓ I CASEMIRO

Sonaron todas las alarmas de la ciudad

Un día una mujer salio al balcón a regar sus plantas. Sin darse cuenta dio un golpe con el codo en un jarrón que cayo en la cabeza de un anciano. Entonces se acumularon mucha gente al rededor de esa persona, y una de ellas llamaron rápido a la ambulancia. Cuando llego la ambulancia con ese gran ruido una persona fue corriendo a su casa para llamar a sus familiares pero cuando entre como era fumante, encendió el mechero y exploto el apartamento y se puso en llamas. Entonces los bomberos, debido al ruido, también salieron y haciendo mucho ruido. Pero el edificio que quemaba a causa de la gran explosión se derrumbo, afectando a los edificios del lado, y aquellos edificios también cayeron afectando así a todos los edificios de la ciudad, y vinieron todos los bomberos, policías, hasta helicópteros, porque la ciudad quedo totalmente destruida. Y compenso a sonar la alarma de toda la ciudad que representaba el caos, y junto con el sonido de los coches de bomberos, de los policías y de los helicópteros afectaron el medio ambiente por la contaminación acústica.

Alejandro Almasan Vasile

lunes, 17 de noviembre de 2008

Sonaron todas las alarmas de la ciudad

Un día andando por la calle vi un hombre anciano que cruzaba la carretera. Al momento, un coche que iba a gran velocidad lo atropelló. Del coche, bajó un hombre desesperado que llamó a una ambulancia. Cuando la ambulancia llegó con gran ruido, el hombre quiso girarse, y, de repente, ¡sorpresa!, el coche había desaparecido.
El coche, que con las prisas el conductor no había frenado, siguió su camino por la rampa. Entonces se oyó un fuerte ruido al final de la rampa, y empezó a sonar la alarma de un coche.
Por el efecto dominó, el coche golpeado golpeó al de atrás y así sucesivamente. Cada coche que era golpeado activaba la alarma. En un momento todos los coches de la calle se alarmaron. El inmenso sonido hizo que un hombre nervioso saliera a toda prisa de una tienda, olvidándose de abrir la puerta y ¡crash!, puerta rota. Como era una tienda, la alarma de robo se activó, causando más alboroto. Un vecino, sorpresa, olvidó la olla en el fuego y, cuando se dio cuenta, ya ardía en llamas, así que alarma de incendios al canto. Los bomberos, debido al ruido, también salieron y como en toda la ciudad unos por culpa de otros seguían causando desastres. Más alarmas sonaban.
Cuando el gran alboroto cesó, el ayuntamiento multó al pobre hombre que atropelló al viejo con la multa por contaminación acústica más importante de la historia.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Don Nadie


Nací en no me acuerdo que año, en una ciudad con un nombre difícil de recordar y en una casa cuyo nombre nadie solía pronunciar.
Mi infancia no tiene nada que envidiar, pues nunca solía hacer nada bien y menos de provecho, ni ninguna cosa de la que mis padres pudieran estar orgullosos.
Desde que cumplí no se cuantos años nunca más me han vuelto a felicitar salvo el día de mi cumpleaños.
En la guardería la profesora siempre me regañaba porque me quedaba dormido en ningún sitio, y cuando no dormía estaba tirando arena a Nadie.
Cuando crecí y fui al colegio de los mayores nunca aprendí nada, ni a sumar dos más dos. Todo el mundo pensaba, y no se equivocaban, que nunca serviría para nada, ni para cuidar al perro.
Me lo restregaban una y otra vez por la cara, como si yo solito no lo viera, pero no me molestaba. Yo también lo sabía y por eso no me sentía ofendido.
Fueron pasando los años y mi vida seguía igual, sin hacer nada que aportara beneficios, sin abrir ningún libro ni intentar relacionarme con alguien. Mis padres me decían una y otra vez que no podía seguir así, que buscara un empleo, un piso, una novia, y que me fuera de su casa.
Nunca logré tener un empleo durante más de un mes. Siempre me despedían por no ir a la oficina o por no tener los archivos del ordenador al día.
Me fui de casa de mis padres y empecé a vivir debajo de un hermoso puente.
Muchos pensaréis que mala vida que lleva este pobre hombre, como puede ser tan golfo y descuidado. Tan tonto y como es capaz de pasar de todo. A la mayoría les daré pena. Pues bien, vosotros podéis ir criticando, pero yo no tengo que preocuparme de mis hijos porque no tengo, no tengo que levantarme a las siete de la madrugada para ir al trabajo, no tengo que pagar facturas de la luz y no me tengo que preocupar de cerrar mi casa con llave. ¿Me envidiáis eh?

martes, 4 de noviembre de 2008

Autobiografía de un Don Nadie


Era un hombre que ni el, ni la gente sabia su nombre. Le llamaban Don Nadie.

Nació sin saber el lugar de donde proviene, cuales son sus padres, toda su familia, y no triunfo en nada en la vida. Sus padres lo abandonaron cuando nació, por ser negro, y desde entonces lo criaron en un orfanato que ni tan solo se recuerda cuál es. Sacaba 0 en todas las materias, repitió la ESO 2 veces, y cuando quiso hacer bachillerato no le dejaron por ser negro. También quiso sacarse un modulo pero tampoco le dejaron por ser negro.

La gente por la calle pasaba de el, como ni si existiera, y todo por ser un negro. La gente le llamaba Don Nadie. Las personas se preguntan donde vive, que come, donde se ducha, y ninguno no sabia nada. Solo lo veias por la calle como

Un día no se sabe cual ni tan solo el año, salvo una niña de un incendio de su casa, y la gente se olvidaron de darle las gracias incluso la familia de la niña, se olvidaron de lo que paso, cuando, y todo por ser negro.

Y el negro solitario siguió su vida hasta que murió ni ninguna persona fue a su entierro. Pero desde que murió lo llamaron la gente Don Nadie el Negro solitario.


Alejandro Almasan Vasile 4rt B

lunes, 3 de noviembre de 2008

Biografia de un Don Nadie

BIOGRAFIA DE UN DON NADIE


El texto siguiente trata de la vida de Juan García, una persona que no destacó en nada, no hizo nada importante, no descubrió nada, no ganó ninguna cosa … Vamos que era un verdadero Don Nadie.
Juan fue el cuarto hijo de una familia muy numerosa pero también bastante pobre. Su familia vivía en los barrios bajos de Burgos. De pequeño no destacaba en nada: no era muy rápido, en los estudios era un chico de seis y jugando al futbol era un paquete.
Un año su familia, se olvido de su cumpleaños porque se preparaban para celebrar una cena familiar para festejar los quince años de casada de una tía segunda suya.
Cuando fue al instituto no le pasó nada interesante. Lo más destacable que hizo fue sacar un nueve en un trabajo de tecnología.
Juan intentó probar suerte en el bachillerato pero no lo consiguió. Se quedó en el primer curso. Intentó hacer un módulo para ser técnico electricista pero tuvo la misma suerte que con el bachillerato. Estuvo siete meses buscando un buen empleo. En estos días estuvo haciendo pequeños trabajos como el de repartir periódicos, unas semanas hizo de albañil y hasta trabajó un mes de basurero por las noches.
Su padre le ofreció un trabajo en el negocio familiar de los García, la carnicería donde su tío, su padre y su hermano mayor trabajaban. Este aceptó la oferta. Allí sigue trabajando a día de hoy.

Enric Guimó Casemiro

Autobiografía de un don nadie

Toda mi vida ha sido igual desde que nací en un hospital cualquiera, de un pueblo cualquiera, en un país cualquiera, hijo de dos personas cualquiera, toda mi monótona infancia la pasé en un barrio cualquiera, mi colegio era un edificio cualquiera, los profesores eran todos desconocidos hasta que alguno de ellos pudo ascender a algún cargo o pudo publicar algún artículo en alguna revista famosa. Trabajé en un lugar famoso aunque, a excepción de los directivos, los demás éramos unos desconocidos; aunque sin nosotros la conocida empresa y los conocidos directivos no serian más que nosotros. Mi mujer no hace falta decir que es una doña nadie que ha tenido junto a mí un par de hijos desconocidos que hasta el momento siguen mi mismo camino.
Esta es la vida de cualquiera de las personas que viven en el mundo aunque yo he tenido la oportunidad de pasar a un nivel un tanto más sobre la escalera de popularidad. Abandoné la famosa empresa y ahora he fundado mi propio comercio. Ya me conoce mucha gente y además mis hijos han ido a un conocido instituto. Mi vida ha cambiado, ya no soy un don nadie. Ahora soy un cualquiera.