lunes, 21 de febrero de 2011

EL MEJOR DÍA DE MI VIDA

Al salir del hospital, después de ver a mi abuela luchando contra un cáncer que no tiene cura, ví pasar a una familia. El padre, un señor con bastante edad, la madre, el hijo y las hijas. El padre iba gritando y reprochando a su hijo, un hombre joven, que lo estaba sosteniendo con la mano. El chico estaba cabizbajo y parecía arrepentido. Al parecer el era la causa de una discusión familiar, que nos enteramos todos, puesto que su padre le gritaba:- Aunque seas un ladrón de poca monta, y no tienes razón, yo tengo la obligación de socorrerte, y por mas drogas que tomes y te aproveches de nosotros, la familia y yo tenemos que ayudarte, por qué eres nuestro hijo y, desgraciadamente, vas por mal camino.
Mientras escuchaba a ese padre hablarle a su hijo de esa manera, dispuesto a ayudarlo, a pesar de todo lo que les había hecho, pensaba. Pensaba en que solo aquellas personas que tienen hijos pueden entender que el deber de un padre no acaba jamás, que el amor de padre y madre nunca se cansan de entregarnos. Siempre tienen para darnos, a pesar de lo que pueda pasar.
Que ellos, los que pensamos que nos agobian y nos molestan, que son un incordio y que nunca nos dejan en paz, desean para nosotros lo que nunca han podido tener y que a pesar de los problemas ocasionados por nosotros, familia es una, es la que tenemos y la que tendremos siempre, y el cariño que ellos nos entregan nunca nos lo dará nadie más.
Mientras los veía marcharse con lagrimas en los ojos, dispuestos a enfrentarse a cualquier laberinto, pero eso sí, en familia, pensaba mucho en la mía. En ese momento los quería con todo mi corazón, y sentía que ese sentimiento me ahogaba. Ese chico y mi pobre abuela, que estaba sufriendo en una cama, pero luchando con uñas y dientes. Dos personas completamente distintas pero con sufrimientos semejantes. También pensaba en que hay que tener mucho control y amor para poder enfrentar a la desgracia. Y aunque hallan muchas discusiones dentro de tu casa no creas que tu cariño es una causa perdida, hay que tener la seguridad que ellos te quieren y que ese cariño perdura toda la vida. En ese momento recordé una frase que mi abuela siempre decía: - Dando la espalda no se van los problemas , ni la impaciencia resuelve el sufrimiento.
Ese día … ese día fue el mejor día de mi vida, por qué me di cuenta de que el amor lo puede todo, y que si estamos con las personas que queremos, aquello que nos hace mal desaparecerá. Aunque las personas amadas se marchen su recuerdo siempre estará con nosotros.




G. Yinaris G.

1 comentario:

Teresa dijo...

Es muy bonita, Yinaris, y está muy bien redactada. Todos los errores que te encuentro son faltas de ortografía (algún acento y la falta de alguna preposición: "DE LA que todos nos enteramos...")pero, el orden de las ideas, el estilo, las expresiones... todo está muy bien.