martes, 19 de mayo de 2009

ahora debia volver a empezar

- ¡Sam cuidado! ¡Vamos a chocar!.-

Jamás fue un sueño tan eterno. Al despertar y ver la cara de los que estaban a mi alrededor aquella madrugada comprendí que no era un simple sueño. Llevaba tendido encima de ésa cama con barras más de veinte años y la espalda me dolía de veras. Ésos tubos translúcidos estaban por todas partes y era tarea imposible deshacerse de ellos.
Llegó una muchacha con bata blanca y me ofreció un vaso de agua. Yo no quería un vaso de agua, yo quería que me contaran porqué estaba retenido en aquel lugar y porque había esa gente mirándome fijamente, con cara de ilusión y apunto de cogerles algo.
Esperar la respuesta se me hizo eterno. Me había mal acostumbrado a que el tiempo pasara a velocidad vertiginosa mientras permanecía dormido y ahora la espera era algo que me molestaba de verdad. Al fin entró de nuevo con otro vaso de agua y empezó a apuntar en su bloc de notas todos los dibujitos y números que resplandecían en la pantalla. Le llevo un rato terminar de anotar el estado de mi corazón pero al fin se dispuso a hablar.

- Señor Larios, usted sufrió un grave accidente el mayo de 1989. Lleva aproximadamente veinte años en este hospital.- La mujer con bata blanca hizo una larga pausa, esperando una respuesta, un grito, un sollozo.- ¿Se encuentra bien?-
Un calambrazo me recorrió el espinazo. La sangre me bajó de la cabeza y me encontraba bastante turbado. Me dejé caer nuevamente encima de la cama y cerré los ojos. Intenté comprender el significado de las palabras.
-Señor, ¿me escucha? ¿Quiere que venga el médico?-

Ignoré la muchacha de la bata y alargué el brazo hasta que pude llegar a coger el rectángulo de encima de la mesita de madera. ¿Qué tantas cosas me había perdido? ¿Qué había ocurrido durante mi ausencia? Eran preguntas que luchaban entre ellas por salir de mi mente y bailar entre mis cuerdas vocales.

Una familia de Madrid que había perdido a su hija en unos atentados el día 30 de diciembre de 2006 me hizo pensar si no formaba yo parte de una familia como esa. Bien tenia que haber sido alguien antes del accidente, pero por alguna razón no era capaz de recordar el nombre de mi hija, o el nombre de mi mujer, o ni tan solo si tenia una hija y una mujer. Esto me preocupó. Mi cabeza estaba bloqueada. Los estímulos no llegaban a mi dañado cerebro.

-Vamos a empezar con cosas sencillas.- dijo la muchacha. –Dime, ¿cuál es su nombre?- ¡Qué pregunta más tonta! – Mi nombre es… es… - rompí a llorar. No era capaz de recordar tan siquiera mi nombre. – No se ponga nervioso. Es normal en este tipo de circunstancias. Lo primordial es no asustarse. Vamos a ir haciendo ejercicios de memoria para ver hasta que punto es capaz de recordar. Empezamos mañana.-

La mujer salió de la habitación después de tomarme de nuevo el pulso. Intenté hacer memoria haciéndome preguntas a mi mismo. ¿Cuántos años tenia? ¿Estaba casado? ¿Tenia algún hijo? ¿De qué trabajaba? ¿Era bueno en matemáticas? ¿En que instituto fui? Quizás era un personaje famoso, o quién sabe, quizás había hecho un descubrimiento importante. Pero era inútil. Ni una imagen, ni un flash, ni una voz. Nada. Nada me recordaba a nada, ni siquiera era capaz de reconocer mi olor.
Pero tenía una cosa muy clara: ahora debía volver a empezar.

1 comentario:

Teresa dijo...

¡Buena redacción! Sólo veo pequeñas cosas como usos inadecuados de preposiciones o ausencia de estas:
-Ignoré A la enfermera
-¿A qué instituto fui? o ¿En qué instituto estuve?