martes, 7 de octubre de 2008

Diario de un viaje

23-12-2000, Barcelona-Buenos Aires.

Esto es un lujo. Cincuenta de los grandes por un viaje, esta vida me gusta.
Cuando regrese a casa, haré reformas en todo el piso y me voy a comprar unas gafas D&G, las más caras que haya en la tienda, nada de imitaciones. Compraré más ropa para mi bebé, y el resto para el vicio, mi vicio.

30-12-2000, Buenos Aires-Barcelona.

He pasado los controles como si nada, ahora me siento capaz de todo. La excusa de que iba a ver a unos compis que formaban parte de un grupo de música ha dado su fruto, y más si iba con el discman, aunque sin pilas, pero ni se han enterado.
Me han ofrecido setenta de los grandes por llevar un kilo entre las piernas i dos en las pantorrillas. Mañana voy para que me midan.

31-12-2000, Barcelona.

No ha sido nada difícil, ese tipo es una máquina. Mañana voy a buscar el cargamento, me lo meto entre las piernas y hacia Perú. Necesito recuperar fuerzas, ésta noche me voy a la disco, fijo que allí se mueve de la buena, o al menos alguien me va a invitar, aunque cuando vuelva de éste viaje no va ha hacer falta, pues tendré suficiente dinero para mi autoconsumo. Esta vida mola.

2-01-2001, Cárcel de Perú.

Menuda mierda.
Ese tipo no me paraba de mirar. Yo hacia ver que no lo veía, pero estaba nerviosa. Cuando pasé por el control de equipaje el tipo con gafas de los chinos me abrió la maleta. Nada. Pensaba que me dejarían pasar, pero me hicieron ir a una sala con olor a cadáver que había en uno de los pasillos del aeropuerto. Allí me encontré con una chica con cara de mala leche. Me hizo poner en contra de la pared y me empezó a cachear. -¡Bingo!- Le dije con tono burleta cuando pasó por encima de mis pantorrillas. –Acabas de encontrar dos kilos de los buenos, ahora déjame ir al baño a quitarme lo que llevo entre las piernas, que me resulta un poco molesto-. Ella me acompañó, me dio unos guantes de látex y contempló la escena, estaba flipando. – ¿Cómo te pones esto dentro de tu vagina? Podrías haber muerto.- -Es morir así o morir de hambre- le respondí. – veinte centímetros de largo y dieciocho de grosor.- La chica me miraba asustada, pues veía en mí un rostro feliz y sin preocupación alguna.
Mis padres no entienden como su hija de veinte años es la que sale en todos los reportajes de la tele, en la radio y en los periódicos:

“Mujer de 20 años detenida después de realizar más de doscientos viajes traficando con coca”.

Ahora tengo encima una periodista que dice que quiere hacer un libro sobre mi vida, mis vicios, mis movidas. Dice que se va a titular algo así como… Coca Express.


Lídia Puyals

1 comentario:

Teresa dijo...

Lidia:
Me parece una buena redacción en la que apenas veo una falta de una "i" que se te ha colado y el "en contra de la pared" que debe ser "contra la pared".
Incluso parece que has adecuado el léxico a la personalidad del personaje.