martes, 11 de enero de 2011

Una historia de amor



 Esperar y esperar, sabiendo que no pasaría nada de nada, porque nuestro lenguaje de amor eran las miradas de lejanía. Así fue mi vida pero cuando oía el ruido de las llaves que abrían aquella puerta de madera italiana, era un señal de plenitud, que llenaba el inmenso silencio que escuchaba en aquella habitación que mi vista tanto conocía. Eso quería decir que ya había llegado que sus presencia ya estaba allí, con su abrigo de piel de zorro y con un teléfono móvil que llevaba en la mano derecha hacia su oído y por la expresión de su rostro no parecía que el tema de conversación empleado con el invisible destinatario fuera agradable. Al terminar sus ultimas palabras, lo dejaba con impotencia sobre la mesa donde se encontraban todos sus maquillajes. Se sentaba delante del espejo donde le reflejaba el flash de mi cámara de fotos, mientras sonaba el tocadiscos se quitaba la ropa siguiendo el ritmo que marcaba la melodía. Se desenganchaba la peluca de su pelo castaño, a continuación se desataba con suavidad el corsé y finalmente se bajaba las medias hasta quedar-se con el cuerpo completamente desnudo. Así era su verdadera belleza femenina, no la imagen que quería hacer ver a los hombres.

Después es tumbaba en la cama, encendiendo un pitillo acompañado de posturas sexuales, porque sabía a través el cristal de la ventana que mis ojos caerían en la tentación.

¡Lo apago! Sacó un cuchillo  del cajón y se…. Yo corrí desesperado a su dormitorio, para evitar cuya barbaridad pero ya era demasiado tarde .
Fue así la primera y ultima vez que pude dormir al lado de su cuerpo helado, y el mió caliente. Sin saber su verdadero nombre y el porque de su reacción.

Maria Gasa

1 comentario:

Teresa dijo...

Maria:
En rojo tienes marcadas las faltas de ortografía, corrígelas.
Excepto por los errores, te ha salido una redacción estupenda, muy impactante.