miércoles, 26 de enero de 2011

En la bola de cristal

- Protégela como a tu vida. ¿Por qué tu quieres vivir?
- ¡Claro que sí!

Se desvaneció como si un suspiro hubiera sido. Aquella mujer de orígen gitano había dejado encima de mi silla una pequeña y esférica bola de cristal. Me sentía raro pero me daba la sensación de que esa era mi cura. Me podría salvar.

Un caluroso día de julio estaba estirado en mi favela, sí, no tenía mucho dinero. Mi padre había perdido su empleo y mi madre se había quedado embarazada por quinta vez. Todos los adolescentes de mi edad sueñan con tener un futuro, unos estudios y trabajar de lo que quieren, pero yo no, yo solo sueño con poder comer, poder dormir en una cama caliente y tener a unos padres que me quieran. Como todos los días tendría que ir a robar para poder alimentar a mis hermanos. Nunca me habían pillado y no sabía que esa iba a ser la primera vez.
- ¡ Ladrón! – me estaba dando varios golpes en mi cabeza.
- ¡Por favor! ¡Te juro que te lo devuelvo!
- Nunca más vas a volver a robar niñato, tenlo por seguro.
- ¡No me haga nada!
Todo ocurrió en ese momento, cogió un ramillo de romero, un poco de agua pura y entonó un fúnebre cántico, yo le lloraba y le pedía perdón, pero no servía de mucho. Tras acabar su último verso me condenó a muerte. Ella me había maldito, en tres días me moriría, aunque eso no era lo peor, esos tres días iban a ser los peores de mi vida.
En mi favela apenas se enteraron de que pase esa noche en la calle. La gitana que me maldijo no parecía estar bromeando, ¿y si me iba a morir?
Y entonces fue cuando recibí mi bola de cristal, mi bola era como mi vida. La gitana me había dado la oportunidad de salvarme, de poder huir y sumergirme dentro de la bola. Podía hacer dos cosas: pasar mis últimos tres días sufriendo y después morir, o pasar el resto de la eternidad dentro de una triste y nevada bola de cristal.
Hoy estoy dentro de la bola de cristal maldiciendo el día en que robé, maldiciendo el día en que nací, maldiciendo el día en el que decidí entrar. La peor cosa que a una persona le puede pasar no es la tortura, no es la muerte, es la soledad. Llevo muchos años esperando que alguien destruya la simple bola de cristal, esperando que alguien me libere, esperando con deseo poder morir.

2 comentarios:

Judith Colom dijo...

Me ha gustado mucho la redacción! Como siempre tus redacciones nunca terminan con un final feliç, pero esto las hace más interesantes!

Teresa dijo...

¡Muy original!...y revolucionario pues la bola de cristal suele ser un elemento positivo, no una prisión.
¡Felicidades!
En cuanto al texto, sólo veo pequeñas cosillas que puedes mejorar: El primer "porque" debe ir junto y sin acento pues es la causa y la interrogación va a continuación "porque, ¿tú quieres vivir?"; otro detalle es que debes emplear "maldecido" en vez de "maldito" pues "ha maldecido" el que realiza la acción y el que la recibe ´"está maldito".
Por lo demás, te ha salido de "realismo mágico".