martes, 25 de enero de 2011

EN LA BOLA DE CRISTAL

Era un sábado de otoño por la tarde, no tenía nada que hacer, así que me fui con una amiga a una feria medieval que había esa semana en mi barrio. Pasamos toda la tarde por ahí, dando vueltas por la feria descubrimos una “paradita” de una adivina y entramos. Mi amiga me animó a que nos leyera el futuro, a mi esto me parecía una tontería, pero a ella le hacía ilusión. Ella tampoco se acababa de creer estas cosas, pero le daban un poco de miedo, así que decidí que me leyese el futuro a mí. Le hicimos un par de preguntas sobre mi futuro, como que nota sacaré en el examen de física que tenía el lunes y cosas así, pero después empezamos a hacer otro tipo de preguntas: ¿me casare?, ¿tendré hijos?, y finalmente, ¿Cómo moriré?
Con este tipo de preguntas necesitaba utilizar su bola de cristal. Empezó a recitar un texto en un idioma desconocido y hacer unos movimientos muy extraños con las manos y finalmente en la bola de cristal empezó a aparecer unas imágenes. Nosotras solo veíamos sombras dentro, pero según la adivina eso era mi futuro. Al cabo de unos minutos, después de poder observar las sombras detenidamente me miro fijamente y me respondió a las tres preguntas que le había hecho anteriormente. Primero me contestó si me casaría, me dijo que no; después si tendría hijos, también me dijo que no tendría ningún hijo; finalmente me respondió la última pregunta, como moriría. Me dijo que mi muerte estaba muy cerca, que moriría muy joven, por eso no tendría ni hijos ni me casaría. Me dijo que moriría atropellada por un camión una noche de otoño, lo último que vería serian las luces del camión que aparecerían por sorpresa cuando yo estuviese atravesando un paso de peatones y yo no podría esquivar.
Cuando salimos de esa “paradita” ya se había hecho de noche. Lo que me había dicho esa adivina me dejo un poco preocupada, a nadie le gusta que le digan que su muerte está cerca. Durante en camino de vuelta a mi casa estuve la mayor parte del tiempo sin hablar, pensando en lo que me había dicho esa mujer, mi amiga se sentía un poco culpable porque había sido ella la que había hecho esa pregunta pero no sabía que decirme. Cuando nos separamos ella me dijo que no me preocupara, que nada de lo que decían esas mujeres era verdad. Nos despedimos y quedamos para vernos al día siguiente. Me dispuse a atravesar el paso de peatones para poder llegar a mi casa cuando de repente y sin ningún aviso lo único que pude ver fueron unos faros muy potentes de un camión que me dejaron deslumbrada y no me permitieron ver nada más,
solamente pude oir la voz de mi amiga gritando mi nombre.


Judith Colom

3 comentarios:

David López dijo...

Judith! Al principio esperaba una redacción bastante previsible... Pero el final me ha encantado! ME ha gustado mucho la forma en que se ha muerto,(Te empiezas a parecer a mis finales.. todos muertos) jajajaja
un besoo! ;)

Marta Oliva Albert dijo...

ME HA GUSTADO MUCHO! :)

Teresa dijo...

¡Muy conseguida!
Prueba a quitar "Me dispuse a atravesar el paso de peatones para poder llegar a mi casa cuando de repente" sustituyéndolo por algún comentario más vago que no nos de tantas pistas y presenta de repente los faros deslumbrándote y aún te quedará más impactante.
¡Enhorabuena!