domingo, 23 de enero de 2011

EN LA BOLA DE CRISTAL

Era una tarde de verano. En la sala de espera del hospital hacía mucho calor. Acababan de ingresar a mi amiga Lina. Se había desmayado en el trabajo. Hacía días que no se encontraba bien. Salió el médico y nos dejo entrar. Estábamos su hermana y yo. Sus padres vivían en un pueblo y hasta que no supiéramos lo que le pasaba y si era grave no los queríamos asustar. Entramos y la vimos, tumbada en la cama y con los ojos rojos. Había llorado. Corrimos a preguntarle que le pasaba. Con la mano se secó las lágrimas y nos dijo que le habían diagnosticado un cáncer de pulmón. Que estaba avanzado y que no la podrían curar. Su hermana se puso a llorar al instante, yo me quedé quieta. Mi cerebro se paró de golpe, no podía asimilar sus palabras. No podía ser verdad, ella no! Ella no se podía morir, era muy injusto. Ella tenía mucha vida por delante… Entonces le tomé la mano. Ella volvió a llorar y nos dijo que ya lo sabía. No la entendimos.

- ¿Qué dices? – le preguntamos. – Esto no se puede saber.

- Sí. Es culpa mía no le hice caso.

- ¿No le hiciste caso a quién? – dije.

- ¿De qué hablas?

Entonces nos dijo que nos sentáramos. Que era una historia muy larga. Empezó:

- Una tarde me senté en un banco y me quedé embobada mirando unas flores, unos tulipanes. A la luz del sol sus colores eran muy vivos. De pronto se me acercó una mujer. Me asusté un poco y me fui. Luego pensé que tal vez le tenía que haber dicho algo antes de irme de esa forma, pero lo que hice ya estaba hecho. Pasaron unos días antes de que me la volviera a encontrar. Cuando la vi supe en seguida que era ella. ¿Qué quería? pensé. Se me acercó me dijo que le diera la mano… al final se la di, me agarró todo el brazo y me llevó hasta una tienda. Fue todo muy extraño, me hizo sentar en una silla delante de una mesa. Encima de la mesa había una enorme bola de cristal. Me dijo que me había visto en ella, que por eso me había seguido. Que había visto mi futuro en la bola y que no era bueno. Me quería advertir. No le hice caso, me levanté y me fui corriendo muy asustada. Una noche, soñé con esa señora. Me decía que estaba enferma, que fuera al médico, me desperté sudando. No pude dormir más. Soñé con ella muchas veces.

- ¿Y por qué no me lo habías dicho? – dije yo.

- No le di importancia, al cabo de unos meses ya no apareció más en mis sueños, y pensé que tal vez fuera todo una ilusión fruto de mi imaginación. Pero no lo era, no le hice caso… me voy a morir.

Rompió a llorar. No me lo podía creer. Era una historia muy rara. Era todo muy extraño. La señora, los sueños… pensé: ¿Y yo que hubiera hecho? ¿Habría ido al médico? Pobre Lina.

No sabía que decirle. Lina estaba desesperada.

- ¿Por qué no le hice caso? ¿¡¡¡Por qué?!!?! – no paraba de repetírselo.

Me pellizqué para despertar de mi sueño, pero no funcionó, no era un sueño, era la realidad. Era todo como una pesadilla de la que no podíamos despertar.

MARTA OLIVA ALBERT

3 comentarios:

Marta Oliva Albert dijo...

NO SE QUE PASA! LA HE INTENTADO ARRGLAR PARA QUE SE VIERA, HE CAMBIADO LA LETRA TODO.. PERO NO SE QUE LE PASA, TERE SI QUIERES TE LA ENVIO POR CORREO Y TE LA MIRAS BIEN.. NOSE..

Teresa dijo...

No hace falta, Marta. Reconozco que me has sorprendido muy gratamente: ¡Está muy bien redactada!. ¡Felicidades!

Clàudia Bochaca Sabarich dijo...

que bonita Marta! buen trabajo:) tengo ganas de leer la siguiente