lunes, 20 de abril de 2009

Hacía días que Pedro lo sospechaba, pero hoy por la mañana, al ver el mismo coche que le seguía, lo afirmó. Alguien le vigilaba. Él no sabía por qué. No había roto nada, no había hecho nada en el ordenador ni había hecho bromas telefónicas. Cada día estaba más preocupado y más vigilado.
Al principio sólo le vigilaban por la calle. Poco después empezaron a parar el coche delante de su casa, pero ahora ya no le dejaban en paz ni en el colegio. Si salía con los amigos, allí estaba el coche; si iba a ver el futbol, allí estaba el coche. Un día decidió quedarse en casa simulando estar enfermo pero el coche estaba en la puerta parado sin moverse. No decía nada a nadie de lo del coche pero poco a poco fue alejándose de la gente que le rodeaba, solo hablaba con su perro hasta que murió atropellado por el coche. En aquel momento, Pedro se lanzo contra el coche, quería destrozarlo. Ese maldito coche le había destrozado su vida y él lo destruiría a él. Cogió una piedra y le saltó encima ciego de rabia. Le rompió la luna delantera. Entonces le vio un hombre bajito que le dijo, “tranquilo, sólo era un experimento para ver cuánto aguanta una persona bajo presión”.

1 comentario:

Teresa dijo...

Bien, pues, aunque sea breve lo encuentro bien redactado. Eso sí, hay errores importantes en la puntuación que supongo que han sido debidos a cierta precipitación porque son muy evidentes.