miércoles, 16 de enero de 2008

AQUEL FUE UNO DE LOS MOMENTOS MÁS DIVERTIDOS…

Eran las 9h de la mañana cuando me levanté. Sabía que ese día debía hacer algo especial pero no me acordé hasta que mi hermana me dijo que era el día de mi primera comunión. Yo no estaba nerviosa pero mi abuela si y, no paraba de decirme que hoy era un día muy importante y yo sólo pensaba: ¡¡REGALOS!! .

Me fui a duchar y luego me vestí pero, para poderme vestir me tuvieron que ayudar mi madre y una modista porqué se perdió un lacito y mi abuela montó tal drama que pretendía hacerme cambiar de vestido. A pesar del drama del lacito, mi vestido fue uno de los más simples y sencillos que se lucieron aquel día.

Entonces llegó la hora de la peluquería, bueno, me refiero a mi madre, con mil productos que no sabía como usarlos, pincitas y cositas que no sirven para nada pero mi abuela quería que me las pusiera por todo el cabello sino, montaría el drama de las cosas pequeñas innecesarias.

Llegaron las 11h y me dirigí hacia la iglesia. Salimos una hora antes de la ceremonia porque el cura Mn. Agustín, quería tenerlo todo ensayado y controlado antes de las 12h. Pero yo notaba que algo extraño y divertido iba a suceder. Sólo me fijé en algunos detalles, el primero era que mi amiga Sonia se le veían las enaguas por debajo del vestido y el lazo trasero era demasiado largo. El segundo era que sospechosamente la copa de vino del cura estaba siempre vacía, todo y que el cura iba cada 10 minutos a llenarla de nuevo. La tercera era que mi compañero Juan llevaba un mechero con el que intentaba quemar a mis amigas. Y por último, me terminó de mosquear la enorme goma de mascar que masticaba mi amiga Carmen y además no paraba de hacer burbujas gigantes.

Eran las 12h y por lo tanto, hora de empezar la ceremonia. Primero entramos en la iglesia y nos sentamos en las primeras filas. El cura empezó la ceremonia y ya se encallaba al hablar y a reír sin motivo. Llegó la hora de subir al altar. Una vez allí, Juan enciende el mechero y le empieza a quemar el vestido a Sofía. Mn. Agustín, el cura, se quería sentar en el “trono” pero se cayó y Sonia al querer ayudarle se pisó el lazo y se cayó de bruces a los pies del cura. Pero lo mejor fue que mi amiga Carmen hizo tal burbuja con la goma de mascar que le salió disparada de la boca hacia el pelo de Lucía.

Aquello era una locura, todos mis compañeros, gran parte del público y yo no parábamos de reír. El cura se excusaba diciendo que sólo se le pasaba el dolor de muelas con una copitas de vino, Sofía lloraba porque tenía medio vestido quemado y se le veían las bragas, Sonia se dio tal golpe en la cara que los labios se le habían puesto como si se hubiera puesto silicona en los labios y por último Lucía lloraba con las manos enganchadas a la cabeza por culpa de la goma de mascar de Carmen.

Ahora que ya han pasado siete años sólo pienso que aquel fue uno de los momentos más divertidos de mi vida.

2 comentarios:

...UrSu* dijo...

jajjajajaja ¡¡¡estas loca!!!

Y mosen agustin dice... xDD
todos los curas le meten al vinooo!!! jajaja

Me ha gustado mucho tu historia.


Muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas* tkm!!!

Teresa dijo...

Ana:
Bien redactado. Lo que más me gusta es que consigues bastante bien imprimir un ritmo rápido a la narración crear un momento de gran comicidad a base de acumulación de situaciones cómicas casi simultáneas.
Supongo que no pasó realmente pero ha sido una buena idea.