martes, 14 de diciembre de 2010

Mi Diosa del Amor

Nunca supe el verdadero nombre de aquella mujer con ojos azules, piel albina y una gran melena rubia. Vestía un vestido blanco, un hermoso vestido blanco, que cuyos ojos miraran tal prenda se enamoraban al instante. En cuanto supe ese detalle, la apodé: “Mi Diosa del Amor”.
Un frío día de diciembre caminaba por las calles heladas de Wreiston, mi pueblo natal. Las vacaciones de Navidad habían comenzado y todo estaba ya adornado para la llegada de las fiestas. Estaba empezando a nevar, todo era muy bonito, de película. Poco a poco la nieve iba cuajando y los pasos se hacían más lentos, no sabía si llegaría a tiempo a la cena. Nos teníamos que reunir todos en la casa de mi tía abuela Jessy, pero ninguno de ellos sabía que no asistiría a tal celebración. Mi Diosa del Amor apareció delante de mí a centímetros de mi gélido cuerpo. Ella no hablaba, o yo no era consciente de lo que decía, me miró con sus penetrantes ojos y no pude resistirme a la tentación de besarla. Cuando nuestros labios estaban a punto de tocarse ella habló:
- No me beses hermoso hombre, tu familia puede morir, están en peligro, vuestra casa no es segura, caerá.
Yo la seguía mirando, era imposible aguantar. Oí perfectamente lo que dijo y quería ir a avisarles pero no podía, mis pies no reaccionaban, el paisaje desapareció de mi vista y sólo se la veía a ella.
Como si un acto involuntario hiciera la besé de nuevo.
- Avísales o morirán, yo te tenía que avisar, no caigas a mi tentación.
No escuchaba lo que decía, no lo oía, la besé de nuevo. Como si cada beso tuviera que ser el último, quizás porque sí que lo sería.
Pasaban segundos, minutos, horas, y yo seguía allí, observándola, con cara de tontaina. Me decía a mi mismo es un sueño, tranquilo, la familia está bien, pero en el fondo de mi corazón sabía que no lo era aunque yo no lo aceptara. Ella me había devuelto la vida, sin ella no hubiera podido continuar con mi triste vida, mi monótona vida, ella la había cambiado; ahora me sentía fuerte, con ganas de seguir adelante, de crear una familia, tenía ganas de ser feliz.
La Diosa del Amor no hacía más que repetir ves, por favor, pero cada palabra que decía era como un impulso más a mantenerme cerca de ella cuando vio que era inútil cesó, ya no podía gritar más que me fuera, pues ella también quería mantenerse a mi lado. Era una imagen perfecta, quería verla cada día al despertar. Cerré los ojos un instante para que su imagen quedara gravada en mi interior, ella se desvaneció tras una última lágrima, yo había conseguido descubrir la realidad.
Estaba en medio de la calle, lleno de nieve por todos los lados y muy, muy frío, pero por encima de todo estaba mi amor, mi amor por mi familia y por la Diosa del Amor. Saqué fuerzas y continué mi camino a toda velocidad hasta la casa. Estaban todos esperándome, pero llegué a tiempo, los avisé y tras un montón de quejas salieron de la estructura. Esta cayó justo un segundo exacto después de la salida del último miembro de nuestra familia. La Diosa nos había salvado.
Aquella pequeña historia de amor me cambió la vida, y ahora, que ya tengo dos hijos, una mujer que me quiere y un perro, la sigo viendo, a aquella mujer que sonríe mientras una lágrima de alegría o de pena me mira.



1 comentario:

Teresa dijo...

Encuentro la redacción original al principio, originalidad que se pierde un poco a lo largo del relato. También el estilo está muy cuidado al principio y parece que te relajas un poco a medida que la historia avanza (por ejemplo la palabra "tontaina" parece demasiado coloquial en un estilo general más poético).
Tienes pequeños errores de expresión y te destaco alguno: En la cuarta linea has hecho una construcción incorrecta, debes poner algo como "Los ojos que miraban tal prenda...", tampoco debes decir "se la veía a ella" sino "sólo la veía a ella", la expresión "Es un sueño, tranquilo" debe ir entre comillas pues refleja el pensamiento del protagonista.