viernes, 7 de noviembre de 2008

Don Nadie


Nací en no me acuerdo que año, en una ciudad con un nombre difícil de recordar y en una casa cuyo nombre nadie solía pronunciar.
Mi infancia no tiene nada que envidiar, pues nunca solía hacer nada bien y menos de provecho, ni ninguna cosa de la que mis padres pudieran estar orgullosos.
Desde que cumplí no se cuantos años nunca más me han vuelto a felicitar salvo el día de mi cumpleaños.
En la guardería la profesora siempre me regañaba porque me quedaba dormido en ningún sitio, y cuando no dormía estaba tirando arena a Nadie.
Cuando crecí y fui al colegio de los mayores nunca aprendí nada, ni a sumar dos más dos. Todo el mundo pensaba, y no se equivocaban, que nunca serviría para nada, ni para cuidar al perro.
Me lo restregaban una y otra vez por la cara, como si yo solito no lo viera, pero no me molestaba. Yo también lo sabía y por eso no me sentía ofendido.
Fueron pasando los años y mi vida seguía igual, sin hacer nada que aportara beneficios, sin abrir ningún libro ni intentar relacionarme con alguien. Mis padres me decían una y otra vez que no podía seguir así, que buscara un empleo, un piso, una novia, y que me fuera de su casa.
Nunca logré tener un empleo durante más de un mes. Siempre me despedían por no ir a la oficina o por no tener los archivos del ordenador al día.
Me fui de casa de mis padres y empecé a vivir debajo de un hermoso puente.
Muchos pensaréis que mala vida que lleva este pobre hombre, como puede ser tan golfo y descuidado. Tan tonto y como es capaz de pasar de todo. A la mayoría les daré pena. Pues bien, vosotros podéis ir criticando, pero yo no tengo que preocuparme de mis hijos porque no tengo, no tengo que levantarme a las siete de la madrugada para ir al trabajo, no tengo que pagar facturas de la luz y no me tengo que preocupar de cerrar mi casa con llave. ¿Me envidiáis eh?

2 comentarios:

lydiiaa dijo...

Teresa, a mi estos títulos no me van, y creo que esta es la peor redacción que he hecho.
Ya se que uno debe de acostumbrarse a escribir sobre cualquier cosa, pero me ha resultado confusa y difícil.
Espero que las otras no sean tan..."raras".

Teresa dijo...

Lidia:
No está tan mal. No me convence que al final del relato te dirijas al público cuando no lo has hecho en toda la historia pero,nada más. Otro día te saldrá con más ganas.