domingo, 23 de noviembre de 2008

Diario de un Viaje

Entré en esa fantástica lista de 23 jugadores para ir a Japón, se jugaba el mundial sub- 15, el día 12 de Julio partimos del aeropuerto de Barajas hacia Toquio para jugar la frase preliminar de grupos.
Al llegar todo fue un desastre, todos perdimos las maletas, por suerte el equipaje venía en otro avión.
Fuimos para el hotel, estábamos muy cansados, el viaje había sido muy duro y tocaba descansar. Nos Pusimos a dormir hasta la hora de la cena, por suerte en el hotel nos cocinaban lo que nosotros queríamos porque para una competición tan dura necesitábamos una dieta equilibrada como la que hacemos normalmente.
Cenamos y nos fuimos a la cama.
Al día siguiente nos levantamos a las ocho de la mañana, desayunamos y nos fuimos para el complejo deportivo, debutábamos ante el anfitrión, Japón.
Llegamos al cabo de un cuarto de hora con el autobús, nos pusimos los uniformes y salimos a calentar.
El entrenador dio el once titular, yo no me encontraba en él así que tuve que esperar, el partido comenzó mal, encajamos un gol y el juego era bastante trabado, cosa que no nos interesaba nada. Llegó la media parte, el entrenador me saco al campo, jugaba en mi posición, de enganche por detrás de los delanteros, el primer balón que toqué se convirtió en un pase de gol, todo cambió i empezamos a tocar el balón, más tarde provoqué una falta y yo mismo la transformé, ganamos el partido y todo el mundo me felicitó.
Después volvimos al hotel, comimos y fuimos hacia el campo de entrenamiento, sesión suave de recuperación, más tarde charrada técnica de esas tan aburridas una cena y a dormir, era un agotamiento.
Nos levantamos a las nueve, el partido era a las nueve de la noche, una hora bastante mala, ninguno de nosotros no estaba acostumbrado a ese horario.
Comimos, dimos una vuelta por la ciudad y fuimos para el campo, nuestro rival era Camerún, los catalanes teníamos mucho miedo, ya sabíamos lo que era jugar contra ellos…
Comenzó el partido, empezamos dormidos y tenían un equipo con una media de metro 85 y unos 75 kilos mientras nosotros no pasábamos de los 65.
A los diez minutos ya perdíamos por 3-0, era un desastre pero el entrenador confió en nosotros y no nos cambió.
Todo cambió, nos fuimos 3-2 al descanso con un gol mío, el entrenador solo nos dijo una cosa, en el fútbol no gana quien tiene más físico sino quien mete más goles.
Salimos convencidos y les dimos una lección de fútbol, terminamos 3-7 me lo pasé en grande.
Ya estábamos en cuartos de final, era peligroso porque seguramente nos tocaba la selección de Brasil, pero nosotros estábamos convencidos de ganarles.
Llegó el miércoles, después de preparar mucho el partido podían ocurrir dos cosas, mandar todo el trabajo al traste o conseguir el pase a semis.
Empezamos el partido dominando, anulamos completamente a los brasileños pero no teníamos ocasiones, hasta que vi el portero adelantado, le coloqué eñ balón por encima y entró, fue un golazo y ganábamos 1-0, nos fuimos al descanso.
Salimos convencidos de ganar a los brasileños, el partido era malo, llegamos al minuto 88 con ventaja en el marcador, un brasileño dejó 3 defensas nuestros sentados y cuando iba a entrar al área se dejó caer y el colegiado señaló falta, yo no creo en Dios pero he de reconocer que en aquella situación recé, el número 10 disparó fatal al centro de la portería, el portero resbaló se le escapo el balón y se metió dentro de la portería…
Brasil había empatado, mis compañeros criticaron duramente al guardameta que estaba llorando desconsolado, yo lo consolé, era la peor situación para una persona como él…
Llegamos a la tanda de penaltis muy tristes, todo el trabajo hecho no sirvió para nada, empezó la tanda, todo el mundo marcaba, hasta que Gerard la lanzó al palo, si marcaba Brasil ganaba, pero Samu la paró y recuperó la confianza, era mi turno, volví a rezar y me funcionó, lancé el penalti tal i como me había enseñado con 7 años el entrenador de mi pueblo y lo metí a dentro, estallé de alegría. Luego lanzaron ellos, marcaron, le tocaba a mi mejor amigo de esa selección, la tiró a las nubes…
Fue el peor día de mi vida, habíamos quedado eliminados, todo eran llantos, el entrenador nos dijo una cosa:
La verdad es que hemos sido mejores, pero en este deporte no siempre gana el mejor, hay que trabajar duro y un día seréis los mejores del mundo.
Esas palabras me ayudaron, volvimos a España tras 12 horas de avión, nos despedimos, fue la mejor experiencia de mi vida, espero volverla a vivir.





Roger Sánchez

1 comentario:

Teresa dijo...

¡Buena redacción!, bien redactada y con el final inesperado de la pérdida del partido.Aparte de alguna falta de acentuación o de puntuación sólo llaman la atención el catalanismo "charrada" que debe ser "charla" en castellano y que no escribas los números: ochenta y siete (por ejemplo).