martes, 26 de abril de 2011

“Al pasar la barca…”


Aún conservo su recuerdo, aún recuerdo esa canción, aún puedo oír los gritos de aquella niña.

Estábamos a principios de guerra, año 1939, Hitler estaba llegando muy lejos. LA gente le seguía, le querían. Ya estaban cansados de sufrir y de no poder comer y Hitler les había prometido un futuro mucho más próspero. Todos le hacíamos caso, hacíamos todo y exactamente lo que decía; pero se nos fue de las manos. Ya no solo les insultaba, les delataba a mi padre y él me recompensaba con una infinidad de juguetes. Él los cogía y los metía en terribles trenes y más tarde los soltaba, cuando ya estaban suficientemente castigados. Eso creía yo, aunque no fuera la realidad.
Cuando empecé a comprenderlo todo ya era demasiado tarde, ya había enviado a más de 200 niños a la muerte.
Siempre tendré presente una niña, no mucho mayor que yo. Ella entraba cada noche a la habitación de él. Ella sollozaba y gemía de dolor, según mi padre estaba castigada. Siempre que la veía o simplemente escuchaba desde mi ventana todas las noches, era esa estúpida melodía de la cual no podía entender nada, era en castellano, pero de tanto oírla la apunté en mi cuaderno:

Al pasar la barca me dijo el barquero
las niñas bonitas no pagan dinero
al volver la barca me volvió a decir
las niñas bonitas no pagan aquí
yo no soy bonita ni lo quiero ser
yo pago dinero como otra mujer


Me daba mucha pena la forma con la que la cantaba, era muy triste, a cualquier persona le darían ganas de llorar. Una noche, harto ya de escucharla fui a verla.

- ¿Qué has hecho tan malo para ser tan castigada?

No me respondió nunca a esa pregunta, pero me miraba, una mirada con mucho odio.

- ¿Pero por qué estás aquí? ¡Contesta! ¿Quieres que le llame a él?
- ¡Déjame!
- Pero si yo no te he hecho nada.
- Pero lo harás, eres malo, ¡igual que todos!
- ¡Él no es malo!
- ¿Acaso tú has visto como mataba a tus abuelos? ¿O a tu madre y tu padre? ¿Acaso tú has estado en una cola esperando impaciente la muerte como las 30 niñas anteriores?

Un gélido escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Aquella niña, me estaba contando una mentira, aunque sus lágrimas no demostraran lo contrario.

- ¡Pero la mala eres tú! ¿Si no por qué te están castigando?
- Simplemente por nacer como soy.
- Si eres igualita que mi hermana, bueno igualita que tú no, ella es mucho más fea. –reímos los dos.
- ¿Sabes cómo me puedes ayudar?
- ¿Cómo?
- Sacándome de aquí, te lo suplico.

No me lo pensé dos veces conseguiría que aquella niña más bonita que mi hermana escapara del campo en el que estaba castigada. Huíamos por una caseta de madera que construí dos años antes, con él y mi hermana. Estábamos escalando el viejo roble cuando apareció él.

- ¡Riedrich! ¿Qué estás haciendo?
No sabía que contestar. Me quedé inmóvil.
- ¡Dime que estás haciendo con esta escoria!

Aquella niña con sonrisa de princesa, me miraba, esperando que la salvara.

- Intentaba huir, yo la vi y fui a cogerla.
- ¡Eres un mentiroso!
- ¿! Estás llamando mentiroso a mi hijo estúpida judía?!
- ¡Eres igual que todos, igual que él, igual que el que me secuestró, igual que el que mató a mis amigas!
- ¡Cállate! – daba realmente miedo, como si pudiera sacar fuego por la boca, era espeluznante.

Tenía miedo, mucho miedo.

- Riedrich, es hora de que empieces entender cómo funcionan ahora las cosas. Coge esto. – me dio una pistola. Solo tienes que poner el dedo aquí y apretar y esta niña mala tendrá su castigo.
Y ella volvió a cantar su melodía, era la melodía más triste del mundo.

- ¡No la escuches! ¡Dispara de una vez!

Al pasar la barca me dijo el barquero las niñas bonitas no tienen dinero,

- ¿Quieres que te castigue? ¡Dispara ya! Es mala, ¡ella mató a mamá!

Yo no soy bonita ni lo quiero ser.

- Sí, sí que lo eres.

Puse el dedo en el gatillo, miré a la preciosa niña, lo miré a él y disparé.

Nunca me arrepentiré de lo que hice.

3 comentarios:

David López dijo...

No me acuerdo del mínimo de adjetivos, así que he puesto unos cuantos! jajajaj

David López dijo...

Más bien pocos ^^ XD

Teresa dijo...

Tampoco importa tanto el número. Es sólo una excusa para trabajar los adjetivos.
Pero tu redacción va más allá de un ejercicio de lengua y eso tiene mucho mérito.